La Piedra Franca© - 2
Una Historia Masónica

José Schlosser

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EL IMPERIO BIZANTINO

El Emperador Justiniano
El Emperador Justiniano

Mientras el Imperio de Occidente se debatía en el caos provocado por las invasiones bárbaras, el Imperio de Oriente florecía: se inició como tal bajo la égida de Acadio, el hijo de Teodosio que como vimos había dividido el Imperio Romano. Bizancio (sitio histórico cercano a Constantinopla) fue elegida como capital, contando con la ventaja de ser un puerto de alto valor estratégico. El Imperio de Oriente fue llamado también "Griego", "Bizantino" o "Bajo Imperio". Abarcaba territorios que comenzaban en la península balcánica y se extendían en Asia Menor hasta Armenia, Mesopotamia, Siria, Palestina y parte de Arabia, y en África hasta Egipto y parte de Libia.

Se desarrolló allí una elevada cultura con componentes cristianos y helénicos, que proporcionaron el elemento aglutinante entre las diversas poblaciones.

Fronteras naturales, sofisticadas fortificaciones y un disciplinado ejército aseguraron su defensa de las hordas bárbaras, que en la misma época arrasaban con el Imperio de Occidente. Contribuyó a esta supervivencia un elemento subjetivo: Constantinopla se convirtió para los Bárbaros en la representación de un invencible poder terrenal y divino. Admiración y temor supersticioso influyeron para que en lugar de conquistar el Imperio, fueran ellos mismos quienes se asimilaran a la cultura helénica y a través de matrimonios mixtos renovaran los genes de la población bizantina.

Desde el punto de vista económico, el Bajo Imperio comenzó a demostrar una extraordinaria vitalidad económica. La proximidad con las grandes ciudades de Siria en particular y del Asia Menor en general contribuyó en buena medida a ello, pues a través de Constantinopla comenzaron a introducirse en Europa los productos orientales de exportación, especialmente los textiles.

Constantinopla se convirtió en un centro de vida disipada y pomposa. Los romanos pudientes se trasladaron allí con sus riquezas para gozar de la tranquilidad y los lujos de la vida bizantina. Los mil años de Bizancio conocieron sus días de gloria bajo el período imperial de Justiniano (527-565): fue él quien en lo militar aseguró las fronteras mediante exitosas guerras defensivas y quien trató, -con efímero éxito,- de reconquistar de manos de los Bárbaros los territorios de África, Italia y España. Sin embargo, fue en el plano jurídico donde Justiniano conoció su gloria e hizo que su nombre pasara a la posteridad: ordenó redactar el "Código Justiniano" en el que se compilaron y coordinaron las disposiciones del derecho romano-bizantino.

El Imperio de Oriente pasó también por períodos críticos, como el del conflicto religioso llamado "iconoclasta": el emperador León III (707-741) fomentó la destrucción de imágenes sagradas creando con ello una división entre los creyentes que sólo terminaría cuando la emperatriz Teodora anuló los decretos (842) con la solución salomónica de que las imágenes serían "veneradas" pero no "adoradas".

Otro acontecimiento importante fue el llamado Cisma de Oriente: la separación de las Iglesias romana y ortodoxa fue consecuencia de un proceso que se prolongó por dos siglos (IX al XI). Los conflictos se sucedieron por diferencias conceptuales, rituales y administrativas, hasta que finalmente, en el 1053 se produjo el rompimiento definitivo. Casi al final del Imperio, Constantino VII impondría el cristianismo ortodoxo a húngaros, eslavos y rusos.

Pero ya en el siglo XII los Otomanos turcos constituían una real y peligrosa amenaza para el Imperio. Se habían apoderado primero de Palestina y Siria. El Papa Urbano II fue llamado en auxilio de Bizancio y concibió las Cruzadas que lograron mantener en pie al Imperio hasta que en el año 1453 los invasores tomaron Constantinopla y la convirtieron en capital del Imperio Otomano.




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LA IGLESIA

Es un estímulo para quien intenta enfocar los acontecimientos históricos con una perspectiva integral, ver como se van sucediendo acontecimientos que a su vez se relacionan e influyen mutuamente. La caída del Imperio de Occidente en el año 476 fue observada con indiferencia por Constantinopla, que se limitó a defender sus propios territorios.

Europa vivía un verdadero caos en el que reinaba la "ley de la selva": dominio absoluto del más fuerte con prescindencia de normas de derecho o sentimientos humanitarios. Nació una nueva clasificación social, señores y vasallos, que sería la dominante en el régimen feudal que se establecería en la Europa medieval.

Las costumbres se "barbarizaron", los pensadores desaparecieron o se escondieron, los artistas no tenían por quien ni para quien producir. Sin embargo, la profundidad de los conocimientos anteriores y la utilidad del idioma latino como medio de comunicación universal hicieron que al mismo tiempo los nuevos habitantes asimilaran muchos elementos del descalabrado imperio. Los Francos y los Burgundios en Francia, los Ostrogodos en Italia y los Visigodos en España fueron hasta tal punto absorbidos que los conquistados lograron conservar gran parte de la cultura latina. En cambio en el centro europeo, Alemania por ejemplo, y en Inglaterra, el predominio de los inmigrantes dio como fruto la creación de una cultura fuertemente influenciada por estos. Esta diferencia original se mantiene hasta el presente entre los países "latinos" (España, Italia y Francia) y el resto de Europa.

Pero antes de continuar estudiando el desarrollo histórico de la Europa postimperial, deberemos tratar de explicarnos el fenómeno singular constituido por el desarrollo del cristianismo en el Imperio Romano. Habiendo nacido la Orden Masónica en un medio netamente cristiano, el análisis de aquel fenómeno obliga a considerar aunque sea en forma muy general los comienzos de la Iglesia. Su estudio nos permitirá ver cómo la historia se repite y cuánto podemos aprender de ella para comprender muchos acontecimientos posteriores y en especial el nacimiento y desarrollo de muchos movimientos políticos, revolucionarios o fundamentalistas, que con intenciones totalmente diferentes, copiaron gran parte de la estrategia y la táctica aplicadas por el cristianismo primitivo. Este fue sin duda un movimiento sabiamente orquestado que aplicó métodos pacientes para la obtención de sus objetivos basados en una nueva interpretación de la religión judía de la que nació, que creó una ideología basada en principios más universales, que trató de hacerse notorio a través de la presentación de hechos "milagrosos", creó una liturgia más atractiva para las masas con lo que incentivó la asistencia a los servicios religiosos, y paralelamente organizó una sistemática infiltración en el vacío existente dentro de los campos de la educación y la beneficencia, con lo que alcanzó el objetivo de ganar el corazón de las masas. Sólo admiración pueden despertar en el observador objetivo los procedimientos del cristianismo primitivo que se destacó por su inteligencia, sofisticación y fervor en la lucha por imponer su iglesia. Fue una campaña genial y ejemplar que le permitió llegar a dominar la vida espiritual de casi todo el mundo occidental y poseer dos mil millones de creyentes.

La Última Cena de Leonardo da Vinci
La Última Cena de Leonardo da Vinci

La vida, la prédica y la muerte de Jesús, Cristo para quienes creen en él como Mesías, también llamado Jesús de Galilea o Jesús de Nazaret son relatadas en el Nuevo Testamento, naturalmente influenciado por elementos de teología y fe, que imponen una visión subjetiva sobre el estudio histórico de esos acontecimientos. A las dificultades para encarar un estudio objetivo deben sumarse los dos mil años de diferencia en el desarrollo intelectual del mundo, el hecho de que los hechos se desarrollaron en una lejana provincia del Imperio Romano, la natural falta de documentos biográficos, la carencia de escritos del propio Jesús, una prédica de la que no poseemos ninguna documentación, y un "establishment" hostil a las innovaciones propuestas.

Aún la fecha del nacimiento de Jesús es incierta: a principios del siglo VI Juan I que ocupó el papado desde el año 523 al 526 (o quizá antes el papa Hormisdas, -514 al 523-) pidió al monje y astrónomo Dionisio "Exiguus" ("el pequeño") que fijara una fecha exacta para la Pascua. El 25 de diciembre era una fecha convencional fijada en el siglo IV para hacerla coincidir con el solsticio de invierno (fiesta romana del Sol Invictus). Dionisio decidió que debía honrarse además a Jesús reformando el cuenteo: habiendo concluido que el nacimiento de Jesús se produjo 753 años después de la fundación de Roma (ab urbe condita, "desde la fundación de la ciudad"), tomó el primero de enero del año siguiente, 754, como comienzo de su nueva era ("anni ab incarnatione domini"). El número 0 no era utilizado en la numeración de esa época, por lo que Dionisio pasó de la fecha del nacimiento (25 de diciembre del año 1 A.C.) al 1°. de enero del año 1 D.C., en lugar de lo que hubiera hecho un historiador actual, comenzar con el año 0 (cuántas discusiones respecto al comienzo del tercer milenio se hubieran evitado!). Aún más: Dionisio no tomó hechos históricos y antecedentes bíblicos para fijar esa fecha: En el Evangelio según Mateo (II/1) dice: "Y como fue nacido Jesús en Bethlehem de Judea en días del rey Herodes ...". Pero el rey Herodes I murió en el año 750 del calendario romano primitivo, por lo que Jesús debe haber nacido entre los años 6 y 4 A.C., fechas aceptadas por los historiadores modernos.

La vida de Jesús transcurre casi simultáneamente con los acontecimientos que pocos decenios después darían como resultado la aniquilación de la nación judía en Palestina por parte de los romanos (70 D.C.). Una época de inestabilidad, en la que la actuación de un grupo disidente no ocupaba un lugar importante en las crónicas de los pocos historiadores contemporáneos.

La colectividad judía estaba dividida en varios grupos: la mayoría la constituía el pueblo común, pero se destacaban dos minorías, activas e influyentes: Saduceos y Fariseos. Galilea es mencionada por Isaías (9/1) como "de los gentiles", lo que indicaría una franca minoría judía en esa zona. Un pequeño grupo, los Zelotes luchaban por independizarse de Roma. Herodianos eran llamados aquellos que apoyaban la dinastía establecida por los romanos. De los Esenios, -de características monásticas y totalmente separados,- no se encuentran referencias en los Evangelios.

Pero mientras los judíos en Palestina eran algo más de medio millón, en los países mediterráneos había un número mucho mayor. Mientras, los demás habitantes de la cuenca del "mare nostrum" satisfacían su necesidad de apoyarse en una religión con el culto a divinidades paganas. El cristianismo vio en ellos un campo fértil para crear una religión universal. Y en su contacto con las culturas griega y romana, terminó por crear una religión ideológicamente nueva y separar definitivamente su camino del judaísmo.

Hagamos aquí un paréntesis para ubicar históricamente a los dos Juanes, luego santos patronos de la masonería, coetáneos y coterráneos de Jesús. En realidad el patronazgo corresponde a San Juan Bautista, pero la necesidad de equilibrio en la simbología de las fiestas solsticiales explica la inclusión de San Juan el Evangelista. Múltiples autores sostienen que la explicación de este patronazgo se relaciona con la adoración del dios pagano Jano. Lo que importa es que ya en plena Edad Media, las cofradías de constructores se autodenominaban "de Hermanos de San Juan". Junto con San Juan ellos consideraban como protectores a los "Cuatro Santos Coronados", que se estudian en uno de los capítulos siguientes.

Juan el Bautista, comienza en el año 25 a predicar en los alrededores del río Jordán, recibiendo confesiones, bautizando y anunciando al Mesías. Bautiza a Jesús, reúne para él a muchos prosélitos y se convierte en uno de sus principales seguidores. Cuatro años más tarde es decapitado por Herodes.

Juan el Evangelista un joven apóstol de Jesús, lo acompañó durante la crucifixión. Permaneció en Judea y luego fue a Efeso en el Egeo, donde murió en el año 100.

Jesús nombró a doce (como las Tribus de Israel) de sus discípulos como Apóstoles (enviados). Especial interés a los efectos de nuestro esquema histórico tiene el apóstol Pedro, identificado con la creación de la Iglesia en Roma, -de la cual fue el primer obispo,- y ciudad desde la cual el cristianismo occidental se extendería y "conquistaría" todos los territorios imperiales. Pablo se convirtió al cristianismo en el año 38 D.C., cinco años después de la muerte de Jesús y a él atribuye una importante corriente cristiana el principal mérito de la difusión del nuevo credo. Inteligente, instruido, presenta los conceptos de la nueva religión con un sentido universalista, helenizándolos y separándolos de sus orígenes judíos. Los Apóstoles salieron al mundo a afirmar la fe en la resurrección de Cristo, a bautizar, a difundir el sacramento de la eucaristía, a practicar la caridad y a predicar el mensaje cristiano basado en los principios que se originaron en la moral judía, sin preocuparse al principio demasiado de la organización eclesiástica. De allí que durante más de un siglo el movimiento cristiano fuera heterodoxo y adoleciera de falta de unidad.

Con Orígenes de Alejandría (185-264) se fija la ortodoxia cristiana, organizada pragmáticamente sobre la base de una clerecía elitista y piramidal, con el Obispo como vértice de cada Iglesia, que determinaría el camino a seguir por las masas guiadas por el sacerdote o cura. La participación directa de estas masas en un gobierno democrático de la Iglesia no hubiera sido indudablemente el sistema adecuado para dirigir el nuevo "imperio" subterráneo y no hubiera obtenido los brillantes resultados a los que posteriormente llegó.

La burocracia romana se despertó quizá tarde a la realidad de un movimiento que ya había ganado millones de adeptos o por lo menos simpatizantes. El emperador Decio (249-251) comenzó una brutal persecución de los cristianos. Nerón, emperador en el año 54 había sido el primero en hacerlo. Muchos de los nuevos cristianos, temerosos, renegaron de su nueva religión. Al apaciguarse la violencia retornaron a ella siéndoles perdonado su "pecado". Esta potestad de perdonar crea un importante antecedente como otra fuente de poder para la Iglesia.

La "superstición cristiana" había sido rechazada intelectualmente por los paganos romanos cultos, racionales, pragmáticos, conservadores. Las reuniones diarias, los cantos, los ágapes, despertaron sus sospechas y el emperador Trajano (98-117) comenzó a juzgar y ejecutar cristianos por "ateos" al negarse a adorar a los dioses romanos y al emperador.

Los griegos neoplatonistas a su vez, rechazaban la doctrina cristiana por razones filosóficas.

Pero no por ello ambos dejaron de impresionarse con el amor demostrado por la "secta" cristiana al asistir a los enfermos y desvalidos, al sepultar a los muertos, y veían con asombro el auxilio mutuo que se prestaban llenando el vacío que dejaba una inexistente asistencia pública. La Iglesia se convirtió en una práctica religiosa de los proletarios y desposeídos.

A fines del siglo III Diocleciano intentó dar nueva vida al Imperio. Sus métodos totalitarios, -un gobierno, una patria, una religión,- incluyen una fuerte persecución a los cristianos y un frustrado intento de imponer el Mitraísmo como religión estatal. Cuando toma el poder Constantino I ("el Grande") trasladó la capital de Roma a Bizancio (desde ahora Constantinopla). Cuenta la leyenda que antes de vencer a su rival Majencio tuvo la visión de una cruz con la inscripción "In hoc signo vinces" ("por este signo vencerás"). Lo cierto es que en el año 313 sanciona junto con su coemperador Licino el Edicto de Milán en el que se establece la "libertad religiosa" y convierte al cristianismo en religión oficiosa del Estado pero con el emperador como sumo pontífice.

Los próximos setenta años serían de importancia fundamental para que la Iglesia lograra el poder inmenso de que gozaría en el futuro. El arquitecto de este verdadero milagro histórico fue Dámaso I (español) que asumió violentamente el papado en el 366. Ante todo trató de imponer orden dentro de la corrupción en que había caído la Iglesia y estableció nuevas normas que serían, -y aún lo son,- las bases del futuro gobierno del cristianismo.

La desaparición del Imperio de Occidente (476) como consecuencia de las invasiones de los pueblos bárbaros y la Plaga que asoló a Europa fijaron las bases para la sociedad medieval. Dentro de ella se inserta la Iglesia de occidente con una estructura que se prolonga hasta la Reforma: un poder absoluto de los sumos pontífices, obispos todopoderosos en sus territorios, la clerecía distanciada de los fieles, pero todos convertidos por las circunstancias en señores feudales en los que coincidía una inmensa riqueza y un supremo poder civil.

En Bizancio la Iglesia seguiría bajo las órdenes de los emperadores. El Imperio de Oriente vivía una época de brillo intelectual y de prosperidad material (universidades, ciudades lujosas, agricultura, industria, comercio).

En occidente, la Iglesia logró conservar la estructura básica del Papa Dámaso y se convirtió en el vehículo para la "asimilación" de los pueblos bárbaros.

Una gran parte de estos pueblos ya habían adoptado la religión cristiana pero en su corriente herética del arrianismo: Arrio (250-336) recibió sus órdenes sacerdotales en el año 312, instalándose en la Alejandría romana. Fue un estudioso de la filosofía griega, la que influyó en su concepción de la divinidad, discrepante con la de la corriente llamada "origenista": mientras esta concebía a Jesús como encarnación de la divinidad que había creado el universo y la humanidad, Arriano sostuvo la unicidad de Dios: Cristo para él fue creado por Dios y distinto a El, porque Dios es único, eterno y sin comienzo. El Concilio de Nicea (325) logró una fórmula de compromiso que se mantuvo hasta hoy, por la cual se consideró a Cristo como "consubstancial" con Dios.

El respeto y la admiración que logró despertar la Iglesia, hizo posible la conversión de los nuevos habitantes a la "ortodoxia" eclesiástica. Esta a su vez adoptó una posición pragmática que aseguró tanto su subsistencia como su éxito: no solamente aceptó las nuevas circunstancias sino que las utilizó, constituyéndose en uno de los pilares fundamentales de la nueva era e imponiendo normas de moral y costumbres tanto a través de la educación como por el uso de amenazas de excomunión o interdicción de celebrar el culto.

Los Papas se convirtieron en el centro de un poder temporal ora tácito, ora formal. Los Obispos asumieron en muchos casos el lugar de los gobernadores regionales desaparecidos o en quienes el pueblo ya no confiaba. Se hicieron cargo de las obras públicas, la beneficencia y la instrucción. En la realización táctica de esta admirable estrategia política ocupó un papel importantísimo el monasticismo del que nos ocuparemos en un capítulo posterior.




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LOS FRANCOS

Carlomagno
Carlomagno

La admirable capacidad de adaptación de la Iglesia a la nueva realidad provocada por las invasiones y por la posterior formación de los nueve reinos germanos, quedó demostrada especialmente por su actuación dentro del reino franco en formación.

El poder pontificio romano había ido acumulando las riquezas de las donaciones y los territorios de las concesiones que se le fueron otorgando desde que en el 313 Constantino convirtió al cristianismo en la religión oficiosa del estado. A mediados del siglo VI, Justiniano dió al Papa el poder de nombrar gobernadores en las provincias italianas y compartir el poder temporal de la ciudad de Roma. Esta situación de privilegio se prolongó hasta que a mediados del siglo VIII los lombardos, establecidos en el norte, comenzaron a conquistar el sur de la península italiana.

El Bautismo de Clodoveo
El Bautismo de Clodoveo

Aquí es donde entran a actuar los francos. Su reino, cuyos territorios incluían el norte de Galia, Bélgica y una franja de Alemania, era gobernado por la dinastía de los Merovingios, desde que Meroveo contribuyó a vencer a las hordas del huno Atila en los Campos Cataláunicos en el 451. Siguiendo la sucesión real, en el 481 subió al trono Clodoveo, que pese a su juventud venció a romanos, burgundios y visigodos, conquistando toda la Galia. Cuando en el 496 fue atacado por los alamanes prometió convertirse al cristianismo si los vencía. Así ocurrió y esto cambió la historia: todos sus súbditos se convirtieron, Bizancio lo reconoció otorgándole las dignidades de Cónsul y patricio, la capital se trasladó a París. Así nació la Francia actual.

Pero muerto Clodoveo en el 511, su reino se dividió entre sus cuatro hijos (reinos de París, Orleans, Soissons y Metz) con lo que declinó la dinastía. En el 622 Dogoberto renovó su brillo, pero sus sucesores, "los reyes holgazanes", perdieron paulatinamente el poder que fue pasando a manos de los mayordomos reales en un proceso que culminó con el triunfo que obtuvo frente a los árabes Carlos Martel. Su hijo Pepino el Breve fue consagrado por el Papa como rey de los francos "por derecho divino". Comenzó así la nueva dinastía hereditaria de los Carolingios. Y cuando los lombardos atacaron Italia, Pepino los venció, y retribuyendo el apoyo recibido afirmó el poder temporal de los pontífices.

Fue en el año 768 que comenzó el reinado compartido de los dos hijos de Pepino, Carlomagno y Carlomán. En el 771 murió este y Carlomagno se convirtió en el rey único de los francos. Ante un nuevo pedido de auxilio del Papa, se apoderó de Lombardía. Rechazó las incursiones de los árabes desde España y se apoderó de parte de sus territorios. Sometió a los Sajones que dominaban el centro y norte de Alemania y a los Avaros que guerreaban desde Austria. En definitiva su poder se extendió por toda Europa, con excepción de Inglaterra, España, Escandinavia y el Imperio Bizantino. Confirmó los Estados Pontificios. En el año 800 fue investido por el papa León III como Emperador del nuevo Sacro Imperio Romano.

Siendo Carlomagno un devoto creyente, al ser coronado confirmó el poder de la Iglesia y la función unificadora del cristianismo. Este se convirtió en el principal factor de la cultura occidental.

El Emperador impuso en su propio reino franco y en los territorios que conquistó, un sistema administrativo de extrema centralización: condes (de condados interiores), marqueses (de marcas fronterizas), y duques (generales militares), que eran supervisados permanentemente por los "Missi dominici" (un conde laico y un obispo). Ellos transmitían las órdenes e informaban a Carlomagno, en cuya sede de Aquisgran (Alemania, hoy cerca de la frontera con Bélgica y Holanda) era auxiliado por su Mariscal, su Mayordomo Real y su Canciller. Este gobierno central era aconsejado, sólo aconsejado, por una Asamblea de Notables (condes, obispos y oficiales de la corte) y una Asamblea General del pueblo. Las leyes y los reglamentos de gobierno, hasta los más mínimos detalles, se compendiaron en los "Capitulares", por los que se regía la máquina estatal.

El ejército necesario para dominar su imperio se formaba con hombres libres y propietarios, junto con soldados armados por los segundos en cantidad proporcional al tamaño de su hacienda.

Carlomagno estableció la enseñanza primaria obligatoria, para lo que obligó a abrir escuelas en monasterios y castillos. Para los estudios superiores implantó nuevos sistemas de enseñanza, basados en el Trivium (las tres primeras artes liberales: gramática, retórica y dialéctica) y el Cuadrivium (las cuatro artes matemáticas: aritmética, música, geometría y astrología). Fundó la Universidad de Tours. El Emperador se preocupó de crear alicientes para la producción literaria, de imponer la moral cristiana como un instrumento para mejorar las costumbres y de establecer interesantes instituciones para el manejo del Imperio. Sus ideas son consideradas como un elemento de progreso en el proceso histórico de la Edad Media.




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EL FEUDALISMO

Notables para su época fueron los adelantos que logró Carlomagno en todos los planos de la incipiente civilización occidental. Si embargo, la expansión de los germanos por Europa estuvo limitada por la imposibilidad de hacerlo hacia el sur, -donde se encontraba la barrera musulmana,- y por el dominio de los mismos árabes sobre las aguas del Mediterráneo. Es por ello que el imperio de Carlomagno constituyó una unidad continental, cerrada, aislada, sin comunicación con el resto del mundo. El comercio con el exterior se redujo a su mínima expresión. La colectividad judía fue la única activa, relacionándose con sus correligionarios de la España musulmana y de Venecia.

La sustitución del cuño de oro por el de plata fue una consecuencia de aquella paralización comercial. Carlomagno no contaba con oro suficiente para utilizarlo como moneda y se vio obligado a renunciar al monopolio de la acuñación en favor de la Iglesia y de los grandes propietarios. Precisamente a estos núcleos pertenecían los "missi dominici", que sucumbieron a la tentación de aprovechar su gran poder para beneficiarse en forma personal, sobretodo porque el Emperador no tenía dinero para retribuirles adecuadamente. Se transformaron pues en agentes independientes que no guardaban fidelidad el soberano. Aún los "thelonearii" (que recaudaban impuestos de peaje, -el "theloneum",- tanto para engrosar las arcas imperiales como para mantener puentes, diques y caminos) dejaron de utilizar los recaudos para los fines a los que estaban destinados, agudizando la crisis económica y haciendo todavía más difícil el transporte.

Se formó un círculo vicioso: al no recibir las rentas recaudadas por los "missi dominici" y los "thelonearii" Carlomagno pudo contar solamente con los recursos de sus propios dominios, los tributos de los pueblos vencidos y los botines de guerra. En consecuencia la crisis surgió por la carencia de adecuados sistemas de impuestos, controles financieros y centralización fiscal. No había dinero para pagar las obras públicas, el ejército, la flota y para cubrir los sueldos de los funcionarios.

La propiedad de la tierra y el trabajo rural se confirmaron como el único fundamento de la economía. La producción se redujo a la que cubría las necesidades del señor y los campesinos. El latifundio hereditario (terra dominicata) fue haciendo desaparecer a los pequeños propietarios libres (manentes, villani). El proceso culminó con el Capitular de Kiersy-sur-Oise que en 877 declaró que los feudos y dignidades señoriales eran hereditarios.

Pero la necesidad de protección fue el principal factor que influyó para que a partir del siglo IX comenzara a imponerse el sistema feudal. Faltos de la seguridad y el orden que hubiera debido imponer la corona imperial, que se desintegraba y debilitaba, los más desamparados se encontraron en una grave situación de indigencia.

Juramento de Vasallaje Ante el Señor Feudal
Juramento de Vasallaje
Ante el Señor Feudal

Su único recurso fue el de poner sus vidas y sus haciendas bajo el amparo de los poderosos, convirtiéndose en vasallos: los pequeños labradores recurrieron a los castellanos (dueño de un castillo), éste a su vez se aseguraba la ayuda del dueño de un fortín (barón), quien se amparaba bajo un vizconde, este bajo un conde, marqués o duque, y estos bajo el vasallaje del Papa o del Emperador. Paralelamente se formaron los señoríos eclesiásticos, donde los abades y los obispos eran los señores. El Imperio carolingio se atomizó. En cada una de estas escalas de dependencia se firmaba un contrato feudal que establecía las obligaciones del vasallo con su señor directo, por lo que el Emperador no tenía ninguna autoridad sobre los sub-vasallos. La propia corona contribuyó a formalizar esta situación de hecho, cuando en el 847 dictó el Edicto de Mersen. Los vasallos entregaban sus tierras, juraban fidelidad, y declaraban su vasallaje que incluía el pago de una renta fija en metálico o especies, la eventual contribución en el rescate a que se viera obligado el señor si era capturado, en los gastos para convertir a su primogénito en caballero o para casar a su hija, la ayuda en la cosecha o trabajos en las tierras señoriales, el sometimiento a la justicia de su feudo, la prestación de un servicio militar obligatorio, el pago de peaje por el uso de caminos y puentes construidos por el señor, el respeto de sus reservas de caza, la obligación de darle hospedaje y muy especialmente, el uso de la moneda emitida por el señor. Este le retribuía invistiendo a su nuevo vasallo, con lo que este se convertía en un arrendatario perpetuo.

En los períodos de paz el vasallo gozaba del orden impuesto por las fuerzas del señor, de ayuda si las cosechas fracasaban, de servicios de salud pública, educación y pensiones a las viudas, y en general de todas las ventajas de la vida colectiva y el sentimiento de pertenencia y participación en fiestas, torneos y servicios religiosos. Cuando se guerreaba, el recinto amurallado constituía un seguro asilo para la familia y los bienes del vasallo mientras este defendía los campos y las casas de extramuros al mando del señor.

El sistema se justificaría cuando las incursiones corsarias de los vikingos que habían comenzado con el nuevo siglo IX, se convirtieron en verdaderas invasiones que el prestigio de Carlomagno, mientras vivió, había impedido.

¿Quiénes eran estos vikingos, llamados normandos? Cuando Atila y sus Hunos empujaron a los pueblos bárbaros que despavoridos comenzaran a apoderarse del Imperio Romano, una parte de las tribus germanas se refugiaron en Escandinavia, donde mantuvieron sus costumbres, aislados del resto de Europa. Un suelo árido los llevó a ser pescadores y navegantes, a la vez que la superpoblación los impulsó a conquistar nuevos territorios. Su ubicación geográfica determinó su nombre de norsemen o northmen. De allí nortmanni, "hombre del norte" y nor-man. Su agresividad e incursiones por toda Europa entre los siglos IX y X hizo que también se llamaran vikingos (VIKINGR, "piratas", en Old Norse, la antigua lengua escandinava).

A medida que había ido decayendo el imperio carolingio, los apetitos de estos vikingos aumentaron junto con su osadía. Habían comenzado por incursionar sistemáticamente por Alemania, Lotaringia y Francia, internándose por los ríos hasta llegar en una ocasión a París. Los monarcas sucesores de Carlomagno, debilitados por la desintegración del imperio, no pudieron enfrentarlos y la población sufrió más de cien años de terror. Recién en el 911 el reino francés daría con el precio para evitar los saqueos y masacres: Rolón, un jefe normando, se convertiría al cristianismo, sería nombrado duque y recibiría como premio territorios sobre el mar de la Mancha, que se convertirían en la provincia francesa de Normandía. Como dato importante para nuestro posterior estudio de los antecedentes de la masonería en Inglaterra, cabe recordar que uno de sus descendientes, Guillermo el Conquistador se impondría en el año 1066 como rey de Inglaterra.

No olvidemos que con el comienzo del siglo IX también otros peligros amenazaban la estabilidad europea: los musulmanes dominaban el mar Mediterráneo gracias a las bases que habían conquistado en el norte de África y en España. Los eslavos acosaban a Germania desde el este. Y finalmente los mongoles se apoderaron de Hungría. Todos ellos con una característica común: los territorios a los que llegaban sus incursiones eran objeto de salvajes saqueos, dejando tras de sí tierras totalmente devastadas. La defensa que podía brindar la nobleza guerrera impedía la conquista, pero no era capaz de eliminar el peligro.

Como vimos, el imperio carolingio se convirtió en un recuerdo, atomizándose y cayendo todos sus territorios en manos de algunos señores, laicos o eclesiásticos, que cumplían las condiciones de verdaderos soberanos, eclipsando el poder central tanto en lo económico, en lo militar como en lo administrativo.

* * *

Los príncipes semi-independientes, los monjes y los obispos tenían como preocupación fundamental la de la defensa. No solamente de los peligros exteriores que mencionamos, sino también de la lucha con otros príncipes. Los obispos contaban con sus cités episcopales, vestigios muy venidos a menos de las cités que habían existido en el imperio romano. Los pobladores y con ellos los mercaderes las abandonaron. Los príncipes no tenían allí sus castillos. Pero los obispos, que habían establecido en ese lugar el centro administrativo de sus diócesis mantuvieron el lugar y reforzaron sus murallas salvándolas de la ruina. Se refugiaron allí el clero, maestros y estudiantes eclesiásticos, servidores y artesanos. Una feria anual servía para que los campesinos intercambiaran sus productos. Estos se guardaban en los graneros, únicos protegidos de la zona. También los monasterios se convirtieron en refugios contra los ataques vikingos. Pero no eran exclusivos: vimos ya como al aumentar el peligro cada señor feudal construyó su burgo, un simple recinto amurallado, primero con madera, rodeado por un foso y dominado por una torre. Primitivos alojamientos para el señor cuando viniera, una capilla, un granero. Un alcaide (no confundir con alcalde que implica poder municipal) encabezaba un destacamento de caballeros.

Ninguno de estos recintos amurallados puede considerarse ciudad: los mayores burgos no tenían más de un par de cientos de habitantes y un par de miles las cités. Recién cuando posteriormente la economía comenzó a despertar de su letargo, se poblarían los alrededores de sus murallas. Obispos y señores se verían obligados a preocuparse por mejorar las condiciones de vida del pueblo.

Se construyeron muros que rodeaban las casas de los vasallos cercanas a los castillos y se conectaban con estos. Los altos costos de estas obras de defensa, hicieron que el recinto fuera reducido al mínimo, por lo que las viviendas se hacinaban con muy poco orden, multiplicándose el peligro de epidemias e incendios.

La situación no fue homogénea: en el feudalismo francés los señores se impusieron a la corona; en España, el peligro árabe mantuvo el poder real; en Alemania la monarquía conservó parte de su autoridad; en Italia la burguesía se impondría al poder imperial germánico; Inglaterra fue gobernada por una monarquía absoluta hasta la Carta Magna en 1215.




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EL MONASTICISMO

Antonio (luego San Antón) (250-336) fue quien quizá se convirtió en el primer anacoreta cristiano cuando se retiró al desierto de la Tebaida egipcia. Pacomio (290-346) siguió sus pasos pero acompañado, iniciando la tradición de la vida conventual. Su Regla fue conocida gracias a la traducción al latín que hizo Jerónimo (347-420), secretario de Papa Dámaso. Jerónimo, un verdadero erudito de profundo sentido religioso, fue el autor de la "Vulgata Latina" (traducción de la Biblia que la popularizó y sirvió de base para futuras ediciones). Criticó duramente las desviaciones cristianas por lo que tuvo que abandonar finalmente Roma en el año 385. Llegó a Palestina y en Belén fundó un monasterio (un convento masculino, otro femenino y un albergue) que puede considerarse como la semilla del monasticismo de occidente, en una etapa adelantada del original eremitismo solitario acostumbrado en el cristianismo oriental.

Benito de Nursia
Benito de Nursia

Benito (Benedicto) de Nursia (Lombardía) nació en el 480 dentro de una familia acomodada que lo envió a estudiar a Roma. La licenciosa vida en la capital lo llevó a convertirse en anacoreta. Su fama de hombre santo ganó la admiración tanto de patricios y senadores romanos como de señores feudales que queriendo salvar a sus hijos de la desenfrenada inmoralidad los instaron a que se unieran a Benito. Fundó así doce monasterios, cada uno de ellos con doce monjes, retirándose luego al de Montecasino. Los integrantes de su Orden Benedictina se distinguieron por su humildad, silencio y obediencia al abad.

Los monasterios benedictinos se fueron multiplicando por toda la Europa medieval, constituyendo una importante influencia civilizadora. Su vida fue un beneficioso ejemplo para las comunidades en las que se instalaban.

Muchas horas eran dedicadas por supuesto a la oración y la liturgia y otras al estudio: los monasterios fueron un lugar seguro para guardar de los ataques de los invasores valiosos manuscritos de obras clásicas, Biblias y textos eclesiásticos. Ellas fueron la base para la posterior creación de ricas y cuidadas bibliotecas, donde también se producirían copias para su difusión.

Cinco de sus horas las dedicaban al trabajo manual: labraban por si mismos los terrenos de la abadía ya que inicialmente estaban aislados y dependían solamente de lo que cultivaban para alimentarse. Las invasiones habían paralizado toda actividad agrícola y su actividad personal primero y su dirección del trabajo de los pobladores después, contribuyeron a una incipiente prosperidad en la agricultura, la ganadería y el comercio de sus productos. También cumplían por sí mismos con las tareas domésticas.

Anexaron a sus monasterios escuelas "abaciales" en las que los niños pueblerinos pudieron adquirir fundamentos de instrucción.

Directa o indirectamente los monjes comenzaron a intervenir en la política y la justicia locales, imponiendo el orden, creando instituciones y por supuesto, afirmando el poder de la Iglesia.

La característica más importante a los efectos de nuestro estudio histórico es dedicación de los monjes a aprender y practicar distintos oficios, especialmente aquellos relacionados con la construcción, tales como la albañilería y la carpintería. Se ha elaborado la teoría de que para salvar sus vidas y sus conocimientos, se habían unido a la población abacial muchos artesanos que contribuyeron al perfeccionamiento de esos trabajos. La dedicación hizo que poco a poco se fueran formando verdaderos expertos en arquitectura que transmitirían sus conocimientos a trabajadores legos de la zona que junto con los monjes serían los responsables de la evolución que sufrirían los procedimientos constructivos Y seguramente gracias el apoyo brindado inicialmente por Carlomagno, Rey de los Francos y Emperador de Occidente desde el 776 hasta el 814, la zona comprendida entre los ríos Rin y Loira y el mar, en especial, y en general todo el norte y oeste de Europa fueron colmadas de monasterios entre los que predominaban los benedictinos. Se destaca la importancia de cuatro de ellos: en primer término la abadía e iglesia de San Denis, cuya construcción original fue terminada en el año 775 y a la cual nos referiremos en un capítulo posterior; en segundo término la abadía burgundia de Cluny fundada en el año 910 en las alturas que separan los valles de los ríos Loira y Saona cerca de Lyon en terrenos cedidos por Carlos III de Borgoña, y que se considera el ejemplo sobre el que se basarían los núcleos abaciales de esta orden federativa en el futuro. En tercer término la abadía fundada en 1098 por Roberto de Molesme en Cîteaux, una localidad ubicada en la Cote d'Or de Borgoña cerca de Dijon. Finalmente la abadía de Clairvaux, fundada por Bernardo, a quien se consideró el líder religioso europeo durante treinta años y cuya relación indirecta con los constructores de catedrales será estudiada en el capítulo 24. En él desarrollaremos los argumentos que permiten afirmar que en estos monasterios se gestarían y desarrollarían los estilos románico y gótico de la arquitectura.




16
LAS ANTIGUAS CORPORACIONES

I
"GUILD"

El origen de la palabra gild puede encontrarse en el Old Norse, el idioma de los pueblos escandinavos formados por las tribus germánicas que habían llegado al norte de Europa huyendo de las hordas de Atila y sus hunos. La palabra original fue gildi, en el sentido de pago. Geld para los pueblos norgermanos es dinero. Se ha sostenido sin embargo que gildi no era solamente la contraparte de una venta o el cumplimiento de las obligaciones de una deuda, sino que tenía el sentido más profundo de sacrificio y que estaba relacionado con la idea de un ídolo o un dios al que se adoraba. Con ello se quiere relacionar el origen de las guildas con las asambleas y banquetes en honor a sus dioses paganos (convivia) que organizaban tribus germánicas y escandinavas primitivas: los daneses por ejemplo, llamaban gilde a las fiestas en honor de su dios Odin. Para los bretones y para los galeses gmylad es fiesta o festival.

De este incierto origen, la palabra pasó bajo la forma de gield, tributo, al "Inglés Antiguo" conocido también como idioma "Anglo-Saxon" y que fue hablado en Britania desde el siglo V, cuando se asentaron allí anglos y sajones provenientes de la península címbrica de Dinamarca (Jutlandia) cuyo idioma pertenecía al grupo anglo-frisio de las lenguas germánicas occidentales. Los asentamientos anglosajones tenían inicialmente una organización militar. Poco a poco fueron evolucionando, adquiriendo características societarias más permanentes. Una de ellas fue la del apoyo, protección y responsabilidad mutuos entre consanguíneos.

Hemos encontrado lo que parece ser el primer documento inglés en que se utilizó la palabra gild: el rey Ina o Ine gobernó en el sur de la isla inglesa desde el 688 hasta el 728. Los comienzos de su largo reinado fueron ocupados por guerras para la extensión de sus territorios. Pero posteriormente Ine se dedicó a la reestructuración de la sociedad a través de un conjunto de leyes totalmente novedosas para la época.

Hemos bajado del Sitio: http://www.georgetown.edu/labyrinth/library/oe/texts/prose/laws.html perteneciente a The Parker Chronicle and Laws (Corpus Christi College, Cambridge, MS. 173) facs. edd. Robin Fowler and [A.]H. Smith., el texto de las leyes en idioma anglosajón original.

Y en: http://www.millennia.demon.co.uk/ravens/context.htm perteneciente a "The Ravens Warband Homepage" hemos encontrado el análisis de dichos documentos, en los que se utiliza la palabra wergild en el sentido de "indemnización" por un agravio, herida o muerte de un hombre. El monto se fijaba de acuerdo al nivel social del damnificado. En el Sitio de "Britannia, America's Gateway to the British Isles", Peter N. Williams también destaca cómo las leyes de Ine establecieron que la violación del honor o la paz familiar por lesión, muerte o rapto del padre, debían ser compensadas. Así pues, lo que hizo Ine fue plasmar en sus leyes el fenómeno social consistente en la extensión del mutualismo, -que había nacido en el ámbito familiar,- a grupos sociales cuyos integrantes ya no eran parientes pero que necesitaban alguna forma de protección colectiva. El pago de tributos o indemnizaciones por el daño cometido fue una de esas manifestaciones.

Luego, cuando los daneses invadieron la isla, debió pagárseles para que abandonaran la región. Al impuesto que a dichos efectos debieron pagar los ingleses se le llamó "danegeld". Puede suponerse que geld o gild se utilizó posteriormente en su acepción de "tributo" o "renta". Precisamente, gild tiene la misma raíz que yield, "rédito".

Gegilda significó ser un miembro suscripto a una guilda, para lo que debía pagar, contribuir, aportar, tributar, pagar el tributo para integrar el grupo que lo amparaba.

En el "Inglés Medio" (desarrollado entre 1100-1500) se usó la palabra gilde, con el mismo sentido. En el siglo XIV comenzó a usarse guild.

Según el Diccionario Merriam Webster, guild es una asociación de personas con similares intereses u ocupaciones; y en especial dice que es una asociación medieval de comerciantes o profesionales.

Nos hemos detenido a analizar la palabra guild porque fue la que en Inglaterra, cuna de la masonería especulativa, definió a las asociaciones profesionales hasta que fue siendo sustituida por el uso de las expresiones Company, Corporation o Mystery.1 También en Francia y los Países Bajos se referían a gilde, que ya encontramos en un Capitular de Carlomagno del año 779 con la misma acepción, y prohibiéndolas.

1 Esta acepción de Mystery significando ocupación, grupo de personas relacionadas por un oficio, actividad comercial o profesión particular se comenzó a utilizar en el último siglo del período medio del idioma ingles (1100-1500) como deformación de la palabra latina ministerium, que era la que realmente definía una ocupación Pero en inglés, el significado y la etimología de la acepción correcta de Mystery es ésta: del latino misterium, a su vez del griego misterion, cuya raíz es myst (cerrado). Mystes es alguien iniciado en un secreto. Mystagogos es el jefe, el líder, el introductor de los iniciados. En el sentido de verdad religiosa que sólo se puede conocer por medio de la revelación, pero nunca se puede conocer totalmente, los Misterios existieron desde tiempos inmemoriales. Pero su florecimiento se produce con las conquistas romanas, sucediéndose y coexistiendo, como los cultos de Baco, Isis, Mithra o de la Magna Mater, con los que la población del imperio buscaba un apoyo espiritual. Esto podría explicar también la relativamente rápida difusión del cristianismo y sus propios misterios (El Misterio de la Santísima Trinidad, por ejemplo).
La masonería, como orden esencialmente racional, no tiene misterios que sólo se puedan conocer a través de una revelación. Tiene signos, toques y palabras de reconocimiento mutuo, -al igual que los obreros de las guildas medievales, sobre las que se guarda el secreto. Y tiene leyendas y rituales que se tratan de transmitir con discreción para evitar que una preparación insuficiente de lugar a interpretaciones erradas. Sin embargo, el desarrollo de los medios de difusión en general y especialmente de la informática, hacen cada vez más difícil tanto el secreto como la discreción. Distintas Potencias en el mundo han aceptado esta realidad y adaptando su actuación a la misma introdujeron cambios radicales en su organización que habilitaran su supervivencia y florecimiento en el siglo XXI.
Por supuesto que la acepción más común de la palabra misterio es la de cosa secreta (p.e. los misterios de la política) o cosa incomprensible (los misterios del cosmos). Pero ya en la Edad Media se le dio al misterio otra acepción: la de una representación escénica de un asunto religioso que se celebraba en los templos o junto a ellos en ciertas festividades (por ejemplo el de la representación con imágenes de la vida, pasión y muerte de Jesucristo, la Creación o el Diluvio). Para esta llamada nos hemos auxiliado, entre otras, con la información de la Enciclopedia Británica, el Merriam Webster Dictionary y el Diccionario VOX de la lengua española.

Métier, métier juré, confrérie, nation, maîtrises y jurandes son palabras que también definían una asociación, acentuando alguna característica especial de la misma. En las zonas germánicas, junto con gild se utilizaban otras expresiones tales como zunft, innung, genossenschaft, brüderschaft, gesellschaft. En España ocupada por los árabes, cofradías, hermandades, caridades, y más adelante también gremios. En Portugal grêmio. En Italia, -donde aparentemente surgieron las primeras guildas medievales,- estas fueron denominadas arte y luego ghilde.

II
ANTECEDENTES

Un repaso histórico nos ayudará a comprender mejor el espíritu que animaba a la institución que estudiamos.

La primera ocupación del hombre para sobrevivir fue la caza, la pesca y la recolección de granos y vegetales. Pero pronto la actividad individual fue mostrándose ineficaz, lo que obligó a la formación de grupos para cada uno de los cuales las tareas se fueron diversificando. El cultivo organizado hizo que algunos integrantes de la tribu se dedicaran a la alfarería, el tejido de fibras y la metalurgia primitiva.

El crecimiento de la población impuso ocupaciones como las de defensa, medicina, religión, justicia, contabilidad, etc. Se fueron creando rígidas clases sociales: nobles, guerreros, sacerdotes, comerciantes, artesanos, labradores y esclavos. El carácter de este trabajo nos impide retroceder hasta los orígenes mediatos de las asociaciones que formaron los hombres para obtener en conjunto resultados que no alcanzarían actuando aisladamente. Por otra parte, no existen pruebas de la existencia de asociaciones permanentes de comerciantes o artesanos en la antigua Mesopotamia y en Egipto. Nos conformaremos con estudiar las fuentes más cercanas a nuestro objetivo medieval.

1.- LOS THIASOI EN GRECIA

Solón (630-560 A.C.), el sabio legislador ateniense, fomentó la formación de las thiasoi o ethairia primitivas corporaciones griegas a las que parece haber otorgado libertad de acción en todo lo que no se opusiera a la ley. Algunas eran formadas por grupos de inmigrantes para ayudarse mutuamente. Otras se dedicaban a proteger sus profesiones o transacciones comerciales, acorde con el propósito de Solón de incrementar la prosperidad. Pero la mayoría de ellas tenía como propósito la adoración de algún dios en particular, uniéndose en el culto hombres libres y esclavos, griegos y extranjeros. La integración al grupo era voluntaria, pero debía pagarse una cuota, comprometerse a aceptar las normas de la autoridad colectiva y ceñirse a estrictos códigos morales. Las reuniones periódicas parecen haber adoptado la forma de ágape sacramental en el que se renovaban los contactos con los correligionarios, que reforzaban su identificación con el thiasoi y la sensación de seguridad por pertenecer a la colectividad.

2 Fonética: zíasos.
3 Fonética: etería (Att. del Q.H. Jorge Souvqatis).

2.- LOS COLEGIOS ROMANOS

Roma fue fundada, según afirma la tradición, en el año 753 A.C. Numa Pompilio sucedió a Rómulo, el mítico fundador de la ciudad. Una leyenda permanentemente repetida sostiene que los orígenes de las guildas medievales son los "Collegia" (nombre en número plural; el singular es Collegium) creados por Numa Pompilio y que su iniciativa tuvo como finalidad la de imponer el orden que era permanentemente violado por los conflictos entre sabinos y romanos. La atomización de la sociedad le permitiría un mejor gobierno de los mismos. Por supuesto, es imposible probarlo. Lo que sí puede afirmarse es la existencia de collegia en el último período de la República (que comenzó en el 510 A.C. y se prolongó hasta el 31 A.C.).

En los documentos contemporáneos los collegia son nombrados también como corpora, corpus, universitates, sodalitates o fraternitates.

En las fuentes consultadas inicialmente nos hemos encontrado con graves errores gramaticales cuando se utilizaban palabras en idioma latino. Para obviarlos, nos hemos auxiliado con el diccionario cibernético de William Whitaker encontrado en http//lysy2.archives.nd.edu/cgi-bin/words y con el Sitio del Proyecto Perseo en http://www.perseus.tufts.edu/cgi-bin/morphindex?lang=la&formentry=0.

Deseamos destacar especialmente la generosa colaboración que nos ha brindado, haciendo la corrección final de dichos términos, el Profesor José María Sánchez Martín del Departamento de Filología Clásica e Indoeuropeo de la Universidad de Salamanca, Moderador del "Circuli Latini Matritensis" en http://www.servicom.es/latine/lexico/.

Collegium es un derivado de la palabra colligere, reunir. En idioma español, una de las acepciones de la palabra colegio es el sinónimo de corporación: sociedad de personas de una misma profesión.

Quien formaba parte del corpus era un collega, diciéndose de él que "corpus habebat" (que tiene o pertenece a un cuerpo). El ingreso era voluntario y el nuevo miembro era un "receptus in collegium" (recordemos la utilización actual del término "recipiendario", cuando un "candidato", -"profano" ("solicitante") cuya solicitud ha sido aprobada por la Cámara del Medio,- ha sido "proclamado" en la ceremonia de Iniciación. El recipiendario sigue siendo un "neófito" hasta que se le revelan los secretos del grado.

Un cuerpo debidamente constituido era legitimum, mientras que el no autorizado era illicitum.

Los reglamentos eran establecidos por el propio collegium ateniéndose a las leyes generales pero controlados por los magistrados romanos (magistri, curitarium, præfecti præsides, etc.). La administración era encargada a decuriones. Las deudas y los créditos, así como el dinero, eran volcados a un "arca" común.

La sede de un collegium se llamaba schola o curiæ y las reuniones se realizaban a puerta cerrada, prohibiéndose la entrada a los profanos. En los scholæ o curiæ se reunían frente al altar del genius collegii (el dios protector de la corporación).

Existían collegia con distintos fines: desde los religiosos (collegia pontificum o pontificiae, collegia augurum, etc.), aquellos formados para la extinción de incendios (el fuego era una permanente amenaza por la gran cantidad de madera utilizada en las construcciones), los gubernamentales (como el propio "Municipium" que dirigía la administración de la ciudad), hasta los integrados por profesionales y artesanos: estos eran los múltiples collegia fabrorum que incluían hasta a los más humildes, como los basureros, pescadores, zapateros, fabricantes de pelucas, cocineros, etc. siendo uno de los collegia más importantes el de los constructores, tanto en la propia Roma como en las provincias y especialmente en las campañas bélicas de los ejércitos romanos: los colegiados iban a la vanguardia para preparar los caminos y a la retaguardia con la misión de reconstruir lo arrasado, preparar los territorios conquistados para continuar con una normal vida civil y fortificar los puntos conquistados.

En toda la bibliografía consultada se utiliza el nombre genérico de collegia fabrorum para referirse especialmente a los colegios de canteros y constructores. Es nuestro propósito corregir este error: el de los constructores es un collegia fabrorum que tiene un nombre específico: COLLEGIA CAEMENTARIORUM y por este nombre deberíamos conocerlos en el futuro. Caementerius es en idioma latino el nombre singular de canteros, albañiles y constructores de murallas. El adjetivo es Caementariorum (Diccionario Latino de William Whitaker).

Queremos destacar un tipo de collegia de singular objetivo dentro de la sociedad romana y que nos permite imaginar la mentalidad de la época: los collegia funeralium. En la antigüedad y la Edad Media adquirió perfiles agudos el ancestral temor a la muerte, convirtiéndose en un verdadero terror. La superstición hacía creer que el alma de un cuerpo mal enterrado sufriría una eterna agonía y no tendría reposo. En Roma, los poderosos estaban en condiciones de elevar sus mausoleos. No así los pobres. Para ellos se cavaban cerca de las ciudades profundos hoyos, tumbas comunes donde los cadáveres eran arrojados en forma anónima. Para escapar a este triste destino, los romanos estaban dispuestos a grandes sacrificios. Se crearon así los collegia funeralium, que se ocupaban de dar una sepultura digna al cuerpo en los columbarios de la cofradía (nichos múltiples) y a organizar los rezos por la salvación de su alma.

3.- LOS MAESTROS DE COMO

Comum es el nombre latino de la ciudad de Como, en la orilla sudeste del lago de Como. Es la capital de la provincia del mismo nombre en Lombardía, región italiana ubicada al norte de Milán. Sus habitantes, los lombardos (langobardi en latino) eran parte de los Suevos, conjunto de tribus germanas procedentes del noroeste de Alemania. En el siglo IV emigraron hacia el sur, adentrándose por las fronteras septentrionales de la actual Austria. A fines del siglo VI comenzaron a ocupar Italia. La península había sufrido ya los ataques de Vándalos, Alanos, Suevos, Visigodos y Hérulos (recordemos que en el año 476, había caído definitivamente el Imperio de Occidente). Después de aquellos ataques, los Ostrogodos habían establecido un "reino de Italia" teniendo como capital a Rávena y como rey a Teodorico. Después de su muerte (ocurrida en el 526) Justiniano, el emperador del Imperio de Oriente llena el vacío de poder (554) aunque sin asegurar las defensas de los nuevos territorios. Aprovechando esta circunstancia, en el 568 los Lombardos cruzaron los Alpes y se instalaron casi sin oposición en Lombardía, estableciendo su capital en Pavia. No conformes con ello continuaron extendiéndose por los territorios italianos indefensos llegando a dominar hasta mediados del siglo VIII casi toda la península, con excepción del Exarcado4 de Rávena (dependiente de Bizancio), los ducados de Roma (centro del poder papal) y Nápoles, Calabria (la punta de la bota),Otranto (el taco) y Sicilia.

4 Exarcado: territorio gobernado por un Exarca.
Exarca: gobernador de territorios en nombre del Imperio Bizantino.

Sin embargo, la codicia rompe el saco. En el 751 el rey lombardo Aistulf se apoderó de Rávena y pidió tributo del propio Papa. Pero los tiempos habían cambiado en los casi doscientos años transcurridos: la dinastía franca de los carolingios se estaba estabilizando y a pedido del Papa Estéfano II, Pepino reconquistó Rávena (756) y puso los territorios del ex Exarcado bajo el poder del Papa. Los lombardos no aprendieron la lección y cuando en el 773 amenazaron con invadir los territorios papales, el ya rey franco Carlomagno los venció y anexó sus territorios. Lo que había sido el regnum langobardorum se conviertió en el regnum italiæ, en el que subsistirán notables muestras de la influencia longobarda.

Pero volviendo a nuestro interés, -y después del imprescindible esquema histórico,- destaquemos que uno de los reyes lombardos, Rotario (636-652) sancionó en el 22 de noviembre del año 643 los Edictos que llevan su nombre, en los que se establecían formalmente los usos y costumbres de los lombardos (Codex Legum Langobardorum). El rey Grimoald (que reinó del 662 al 671) agregó nueve artículos y Luitprand (del 712 al 744) otros ciento cincuenta y tres. Incluían disposiciones de derecho penal, familiar y patrimonial. La importancia masónica del Edicto parece radicar en que, en una de sus partes, se establecen ciertos derechos de las asociaciones de constructores, a los que llama "comacini". No hemos podido conseguir el texto del Codex, por lo que la siguiente información no está confirmada. Las fuentes de segunda mano consultadas5 mencionan que en sus leyes CXLIII y CXLV se establecen los derechos de los "maestri comacini" para asociarse y emplear obreros y esclavos, hacer contratos y subcontratos de construcción de acuerdo a determinada tarifa, además de normas de ayuda mutua, de funerales adecuados y auxilio a las viudas y huérfanos.

5 "Freemasonry and the Comacine Masters" del H:. L. H. Haywood, reproducido en el Home Page de la "Torrione Castle Lodge of Research" No. 34 y el Sitio sobre Esoterismo en http://www.esoteria.org/imaestricomacini.htm.

¿Quienes eran estos Maestros "Comacinos"? Existen varias teorías al respecto. La más difundida es la de que se trata de un adjetivo geográfico: "comacini", en el sentido de ser originario de Como, de igual manera que se denominan "comacini" a las montañas que rodean la ciudad y también se usa el mismo nombre para ubicar la actual salida de la ciudad de Milán hacia Como. Francesco Macchi6 lo rechaza argumentando que en la época clásica el adjetivo de Comum es comensis, y que recién en los últimos años del Imperio (fin del siglo IV) se comenzó a emplear inapropiadamente "commacino" como perteneciente a Como. Según él, el adjetivo "comacini" se relaciona con los trabajadores de las canteras cercanas y de las obras que con esa piedra se construían, llamados machiones, maciones o mattiones7 que para hacerlo se encaramaban sobre andamios (machinæ, macinæ)8. Eran pues "magistri cum machinis" o sea "maestri commàcini" a quienes el Edicto confirmaba jurídicamente como empresarios constructores. Otra teoría sostiene que "comacino" es un derivado de "comacineus", "compañeros de taller".

6 "I maestri commacini", 1965.
7 Sin querer extendernos aquí, vale la pena meditar sobre la similitud con las palabras mason y maçon.
8 El "Lewis & Short Latin Dictionary" del Proyecto Perseo nos ilustra sobre la acepción dada a la palabra machina (pl. machinæ). Hemos recurrido a él porque nuestra respuesta intuitiva (y quizá interesada) nos hizo interpretar machina como herramienta (de la construcción). Pero parece no ser así. Veamos los resultados:
Machina, del griego mâchina: todo aparato o dispositivo artificial para realizar un trabajo. Motor, telar, armazón, andamio, plataforma, caballete, máquina de guerra. Plataforma en la que los esclavos eran expuestos para la venta. Caballete de un pintor. Andamio para la construcción. Ingenio de guerra.

Es indudable que los masones de cada país europeo han querido atribuirse el privilegio de ubicar en su país las raíces de la Orden. Los italianos no pudieron ser menos y sostuvieron repetidamente la leyenda de los Maestros de Como: estos habrían sido canteros y constructores que adquirían su habilidad gracias a largos años de aprendizaje. Habrían formado una corporación que comenzando por monopolizar todas las etapas de la construcción en Lombardía, se convirtieron en itinerantes, trabajando en todos los territorios de la cristiandad y resucitando así el arte edilicio que había desaparecido con las invasiones de los pueblos bárbaros. Castillos e iglesias de toda la Europa en esta temprana época medieval habrían sido obra de los Maestros Comacinos. En apoyo de esta teoría se exhibe la analogía entre ciertos elementos arquitectónicos arcaicos tales como las bóvedas por arista9 y los arcos diagonales para sostenerlas, que luego desarrollaría el estilo románico.

9 Intersección perpendicular de dos bóvedas de cañon

Se hace muy tentador el aceptar la verosimilitud de estas conjeturas. Si lográramos relacionar a los Maestros "Comachinos" por una parte con los anteriormente estudiados thiasoi griegos y collegiæ romanos, y por otra parte encontrar el puente que los vinculara con el florecimiento del arte románico en el siglo X y con los constructores que comenzaron a experimentar su estilo gótico a principios del siglo XII10, todo el desarrollo de la masonería operativa se deslizaría a través de los tiempos sin solución de continuidad.

10 Ver en un capítulo posterior la iglesia de Saint-Denis, cerca de París, reconstruida por el abad Suger desde 1137 a 1144.

Sin embargo, existen elementos históricos que lo dificultan: vimos como Carlomagno deshizo el reino longobardo en el 773. Es recién a partir del año 1000, -cuando la sociedad logró liberarse del trauma apocalíptico causado por el comienzo del nuevo milenio,11- que comienza una etapa de fuerte actividad edilicia, tanto laica como religiosa. ¿Qué pasó durante los dos siglos que van desde fines del VIII al principio del XI? Sabemos que el medio siglo durante el cual Carlomagno ejerció su poder (768-814) vio un renacimiento de las letras y las artes. Entre estas, las arquitectónicas: en Lombardía, Renania y Galia se pueden encontrar aun hoy restos de construcciones de estilos similares, en Aquisgrán, -la capital del imperio carolingio,- aún señorea la capilla palatina, y en Germiny-les Près la iglesia de estilo visigótico.

11 Cuando se cumplieran los mil años de encierro de Satanás, decían las supersticiones populares, el mal invadiría al mundo: eclipses, cometas, carestía, epidemias, inundaciones, terremotos, monstruos, guerras, simonía eclesiástica, herejías. Con ello se preparaba la Parusía, la segunda venida de Cristo, precediendo el Juicio Final.

¿Donde estaban mientras tanto los arquitectos lombardos? Otra vez se nos presentan hipótesis imposibles de probar: los Maestros Comacinos habrían sido absorbidos por los monjes benedictinos. En sus abadías se habrían protegido y desarrollado los conocimientos arquitectónicos romanos y lombardos, enriquecidos por las nuevas experiencias bizantinas y árabes, con lo que se sentaron las bases para el desarrollo posterior del estilo románico.

En un intento de contribuir a la argumentación favorable a esta hipótesis, nos permitimos introducir la figura de Pablo el Diácono: nacido en la ciudad Lombarda de Friuli en el año 720, se hizo famoso por haber escrito varias obras históricas. Entre otras, una sobre Roma y otra titulada "Historia gentis Langobardorum". ¿Por qué lo mencionamos? Pues fíjense qué coincidencia: después del colapso del reino lombardo, Pablo se refugió en el monasterio de Monte Casino, el mismo que había fundado y al que se había retirado el fundador de la Orden Benedictina, Benito (Benedicto) nacido también en una población lombarda, la de Nursia, algo más de doscientos años antes. Y de Monte Casino salió Pablo el Diácono para integrarse a la corte de Carlomagno en el 782. Fue exactamente en esa misma época en la que Carlomagno fomentó la fundación de innumerables monasterios benedictinos en su imperio. Y proponemos la idea de que, en la misma forma en que Pablo fue llevado al palacio del Emperador por sus méritos intelectuales, también expertos lombardos en arquitectura estuvieron en contacto con la corte y compartieron con los monjes sus conocimientos e innovaciones, lo que habría permitido que al emerger la sociedad del oscurantismo del fin del milenio, se liberaran todas las ansias de progreso y un espíritu positivo de construir se manifestara en las magníficas expresiones de arte románico que iluminaron el siglo XI.

Así pues, la existencia de una asociación de constructores en Lombardía queda probada por la referencia que encontramos en el Edicto de Rotario. Quizá no se refiriera solamente a canteros y albañiles radicados en la ciudad de Como, sino en forma genérica a masones denominados maestri commàcini que se repartían por toda Lombardía y los territorios anexados. Esto no influye sobre su grado de importancia. En cuanto a que hayan sido los precursores de los masones medievales asociados en guildas, nos parece probable aunque aún no probado, viendo la consecución de su prueba como altamente posible.

4.- LOS GRUPOS PALEOCRISTIANOS

Se ha especulado también repetidamente sobre la posibilidad de que las guildas medievales tengan relación con la asociación material y espiritual creada entre los primitivos cristianos de las catacumbas que practicaban la caridad en todos sus aspectos, formando una verdadera colectividad de auxilio mutuo. Este punto ya fue mencionado en un capítulo anterior, destacando la ayuda a los enfermos y desvalidos, la sepultura de los muertos y la prestación de una asistencia pública ignorada por el estado, con lo que la Iglesia se convirtió en una práctica religiosa de los proletarios y desposeídos.

La devoción cristiana acentuó la relación entre el Purgatorio y los ritos en los que las oraciones tenían por principal propósito el ayudar a las almas que tras la muerte física debían purificarse. Era pues muy importante para sus integrantes el destino de su cuerpo tras su deceso, por lo que estas asociaciones se fueron transformando en asociaciones mortuorias (Totenbünde). Iglesias, monasterios y abadías formaban sus confraternitas elitistas (reyes, nobles, obispos, sacerdotes y benefactores) que se encargaban de los ritos fúnebres, misas, avisos necrológicos, conmemoraciones, obras de caridad en nombre del desaparecido. Pero recordemos que los primitivos cristianos de las catacumbas, proletarios y desposeídos, al practicar la caridad en todos sus aspectos, formaron también verdaderas colectividades de auxilio mutuo.

III
LAS GUILDAS

Volvamos al tronco de nuestro estudio por cuyas ramas nos hemos ido en el desarrollo de nuestras investigaciones. Las desviaciones nos han servido para concluir que las colectividades corporativas son fenómenos que se manifestaron desde los orígenes del hombre y en todas sus culturas. Su versión medieval nos presenta sin embargo instituciones singulares que deberemos analizar. Cronológicamente, estas instituciones no tienen por que recibir aún la denominación de guilda de la que nos estamos sirviendo para identificarlos. Lo importante es que veamos cómo a través de los siglos de este período histórico los lazos corporativos se fueron exteriorizando bajo distintas formas, no siendo posible una fijación de límites temporales o de características específicas para cada una de ellas dado que muchas veces aparecen mezclados.

1.- LA ASOCIACIÓN FAMILIAR O GRUPAL

Ya hemos mencionado anteriormente esta asociación, cuando estudiamos la etimología de la palabra gild: para la protección, responsabilidad y apoyo mutuos entre consanguíneos contra piratas y bandidos primero, en los asentamientos anglosajones luego e institucionalizadas finalmente en las leyes del rey Ine en el año 688 en Inglaterra.

2.- LA ASOCIACIÓN PARA EL CULTO

También se utilizó la palabra guilda para definir una asociación con propósitos religiosos (fraternitate, societate, consortium, societates fraternae). La vinculación de este sistema gremial con la iglesia es tal que muchos autores intentan atribuirle su creación. Pero a pesar de tratarse de guildas con propósitos exclusivamente religiosos su poder se trasladaba al plano civil, hasta tal punto que en Inglaterra, en 1547, fueron suprimidas por la corona que vió en estas asociaciones un peligro para sus propósitos. Las actuales cofradías católicas provienen de estas raíces. Todas las guildas tenían su santo patrono a quien adoraban. Las más poderosas podían construir una capilla y pagar un sacerdote fijo, organizar misas y mantener escuelas o sistemas caritativos. Fue en el seno de las guildas y con su financiación que comenzaron a escenificarse dramas con argumentos moralistas o representando hechos milagrosos. Los escenarios se montaban en carros que recorrían la región y eran recibidos en multitudinarias procesiones. Una guilda poderosa o alguna de ellas unidas creaban sus dramas característicos tales como la creación del mundo, el paraíso, el arca de Noé, la lucha entre David y Goliat, el Nacimiento, los Reyes Magos, la Crucifixión, etc.

3.- LAS MUTUALISTAS

Las mutualistas son un desarrollo de las mencionadas asociaciones grupales. Son llamadas en inglés "frith gilds" o "peace guilds" nombres que definen la reunión de personas con un propósito social: el de asegurar su propio bienestar en vida, saber que tendrían un digno funeral, que sus viudas y huérfanos serían cuidados y en general buscando en la asociación la protección y la ayuda social que la organización estatal no les proporcionaba. (En inglés antiguo uno de los significados de frith era el de protección, según el Webster's Dictionary. Peace es también tranquilidad. Las "frith guilds" o "peace guilds" serían pues "protectoras", brindarían "tranquilidad", cuidarían de la "paz"). La protección se refiere también al apoyo que el cuerpo debía darle a quien se viera acusado de ofensas o actos contra la ley, como se establecía en las leyes de Ine. A la vez, al integrar la organización corporativa se asumía el compromiso de comportarse correctamente y de participar en una responsabilidad colectiva (no individual) respecto a las obligaciones de la asociación (Confratriae, Confraternitates).

Los primeros datos documentales de asociaciones de mutuo socorro o protección aparecieron en el siglo VI, en el norte de Europa, como vimos, y se trataba de asociaciones para la defensa contra la piratería. Posteriormente las encontramos en la mencionada legislación del rey Ine, desarrollándose en posteriores disposiciones del rey Athelstan (925-940).

4.- INDUSTRIA Y COMERCIO

Una manifestación más materialista de la actividad corporativa se refiere a la asociación para proteger intereses comerciales o profesionales (geldoniae). Aun aquí, la corporación también cumplía las funciones religiosas o mutuales anteriormente descriptas. En muchos casos, como ocurrió en la ciudad de Londres, las disposiciones de las guildas fueron adoptadas como las normas de la ciudad.

En la Edad Media vamos a encontrar mezcladas, incorporadas, estas cuatro instituciones, las familiares, las de culto, las mutualistas y las de industria y comercio: la realidad socio-económica no permite concebir ninguna actividad como la mutualista del primer tipo, -las "frith gilds",- o como la de las corporaciones comerciales y profesionales, sin que dentro de ellas ocupara un papel muy importante la expresión de la fe. Fe en dioses paganos en las épocas más antiguas y en Cristo durante el desarrollo histórico de la Edad Media y en posteriores instituciones y costumbres.

IV
LAS CIUDADES

La Ciudad Medieval
La Ciudad Medieval

Carlomagno había sido rey de los Francos desde el 771 hasta el 811. Su sucesor Luis el Benigno había repartido el reino entre sus hijos. Las hordas normandas12 se aprovecharon de la debilidad de los Francos y comenzaron a atacarlos. Las necesidades de defensa impusieron el vasallaje. En el año 847 el Edicto de Mersen institucionalizó el feudalismo y atomizó Europa.

12 Cuando Atila y sus hunos atacaron, una parte de las tribus germanas se refugiaron en Escandinavia, donde mantuvieron sus costumbres, asilados del resto de Europa. Un suelo árido los llevó a ser pescadores y navegantes, a la vez que la superpoblación los impulsó a conquistar nuevos territorios. Su ubicación geográfica determinó su nombre de norsemen o northmen. Su agresividad e incursiones por toda Europa entre los siglos IX y X hizo que también se llamaran vikingos. VIKINGR, significa "piratas" en Old Norse, la antigua lengua escandinava.

Transcurrieron dos siglos de miseria feudal que castigó a la población. La tranquilidad recién volvió cuando los normandos terminaron sus incursiones. ¿Cómo? Habían recibido a cambio de la paz la provincia de Normandía que se transformó así en un ducado normando del reino franco. Se impuso un lento proceso de restauración cuyo primer resultado sería la paulatina desintegración del régimen señorial. Toda la sociedad tendería al orden: buscaría la forma de evitar las tropelías de los "bandidos" que asolaban los caminos. El rey, que recuperaba autoridad apoyado por la iglesia, utilizaría la Tregua de Dios (cese de hostilidades desde la noche del miércoles a la mañana del lunes) y la Cuarentena (cuarenta días de plazo antes de comenzar un conflicto armado, durante los cuales las diferencias debían someterse a un arbitraje) para apaciguar los ánimos de los señores feudales, que temerían una excomunión o un entredicho religiosos o las represalias del rey. La creación de las Órdenes de Caballería encausaría el ardor guerrero hacia fines más provechosos. Los monarcas que habían tenido que luchar denodadamente con el apetito creciente de los señores feudales encontrarían en la burguesía un aliado muy efectivo a quien otorgar su protección real.

Resulta muy difícil hacer una generalización de este proceso que presentó características especiales en cada una de las regiones europeas. Al terminar nuestro trabajo de investigación, encontramos sobre nuestra mesa una tremenda cantidad de material, con contradicciones extremas y confusiones inexplicables en su cronología. Intentamos por lo tanto confeccionar un cuadro que nos resultara coherente y que le pudiéramos presentar al lector en forma comprensible.

LA AYUDA MUTUA

Hemos tomado este subtítulo de la más conocida obra del príncipe ruso Peter Kropotkin (1842-1921), geógrafo, sociólogo, zoólogo, historiador y reconocido como el ideólogo del movimiento anarquista. En su intento de darle a éste una base científica, elabora una teoría en la que, descartando la teoría darwiniana de la supervivencia del más apto, afirma que la cooperación es el principal factor en la evolución de las especies. En el capítulo IV alega que la unidad de los pueblos bárbaros que invadieron el Imperio Romano estaba basada en lazos clánicos, que evolucionaron proyectándose en la organización de sus nuevos asentamientos: la comunidad aldeana, basada en la posesión de un territorio común protegido por el esfuerzo colectivo. El lugar y sus habitantes formaban pues una unidad que se extendía al cultivo, la caza y la pesca, las obras públicas como canales de riego. senderos empedrados y puentes interaldeanos, empalizadas y cercas defensivas, así como la ayuda mutua, la protección del grupo, el desarrollo cultural y la justicia.13 El consumo personal y familiar no eran provistos en forma común, pero en la recordación de los ancestros, funerales, casamientos, nacimientos y vendimias se realizaba un banquete con la participación de toda la colectividad.14

13 Recordar "Wergild" en las Leyes de Ine.
14 Recordemos las conviviae mencionados en el primer párrafo de este capítulo.

En el capítulo V de su libro, Kropotkin describe como, con una unanimidad que sólo puede explicarse por el origen común, en toda Europa se produce un movimiento de emancipación del dominio feudal que en cuatro siglos cambiaría la fisonomía de todo el continente. Es indudable que la teoría posee una especial atracción y una convincente lógica.

Intentando clasificar los distintos centros poblados medievales, hemos llegado a lo siguiente:

a.- Comunas aldeanas:
1.- Aldeas (vicus): núcleos poblados de poca importancia.
2.- Villas (villae): pequeños asentamientos de economía agraria ubicados en un medio rural. Aldeas y Villas contaban con un número que variaba entre un par de decenas y 1000 habitantes.

b.- Pueblos (town), con una población de entre 1000 y 8000 habitantes y una actividad cultural más desarrollada. Estos asentamientos ya contaban con vallas o murallas, al igual que las ciudades.

c.- Burgos: château, castello o burg amurallado construido por el señor feudal, generalmente sobre elevaciones del terreno.15. Allí la población campesina encontraba refugio temporal en momentos de peligro. Luego se fue transformando en un poblado permanente.16 Cuando había sido centro de una Diócesis la ciudad recibía el nombre de civitas.

15 The American Heritage, Dictionary or the English Language: 1.- "Informal: a City or Town. 2.- A fortified or walled town in early or medieval Europe". Etimología: del alemán burgs (fuerte o fortaleza en una altura), del inglés antiguo "burg", del inglés medio "burgh", con una acepción general de "ciudad", y transformado en el inglés moderno en "borough" y en español "burgo".
16 Enciclopedia Británica: "Community life now centred on the fortress (burgum) or castle (castellum); the term city (civitas) was attached to the precincts of the episcopal throne, as in Merovingian Gaul."
Webster Dictionary: "Civitas: ... a town corporate, which is or has been the seat of a bishop, or the capital of his see (sede)."

e.- Comunas urbanas: ciudades libres que nunca aceptaron el vasallaje.

f.- Ciudades que debían vasallaje a un señor, pero que imitando a las comunas (ciudades libres originales) trataron de independizarse, comprando o pagando su libertad. Las ciudades pequeñas tenían entre 8000 y 12000 habitantes, las grandes entre 12000 y 100000.17

17 Londres alcanzó a tener alrededor de 40000 habitantes. París 80000. Génova y Venecia 100000.

Si aceptáramos la teoría "comunera", la formación de estos centros poblados se incluye dentro de una evolución que tiene su origen en el propio espíritu y en las costumbres ancestrales de los pueblos bárbaros.18 Las comunas aldeanas habrían existido pues aún antes de la época feudal y ni aún el poder de Carlomagno logró limitarlo. Pero este fenómeno social tan singular comienza a tener verdadera significación cuando se manifiesta en forma destacada, al principio en forma muy leve, a partir del siglo X.

18 La propuesta de Kropotkin de buscar las raíces del urbanismo en las tradiciones de los pueblos "bárbaros", no debe hacernos olvidar los antecedentes mediatos, griegos y romanos. En el siglo VI A.C. Hipódamos de Mileto reconstruye su ciudad (griega) que había sido destruida por los persas, dando la pauta urbanística ordenada (hipodánica) utilizada en todo el período helenístico. Los romanos por su parte organizaban sus ciudades en los territorios conquistados de acuerdo a un trazado geométrico de calles perpendiculares, -formando manzanas (insulae),- en cuyo centro había una plaza (foro), donde se ubicaban la basilica, -tribunal, bolsa comercial, centro de reunión,- los templos, columnas, arcos "triunfales" y estatuas, Rodeaban la ciudad con murallas cuyas cuatro puertas se ubicaban en las terminales de sus dos vías principales cruzadas (cardo y decumano).

V
LAS GUILDAS DE COMERCIANTES

Recordemos que todos los cambios sociales que estamos tratando de describir formaron parte de un proceso y no son consecuencia de una revolución como muchos autores han querido presentarlos.

En los centros urbanos en los que la economía floreció, una nueva clase de comerciantes comenzó a reunirse en zonas urbanas y a dar nuevo impulso a las tradicionales ferias rurales. La relación natural entre las embrionarias poblaciones y las zonas campesinas que las rodeaban se incrementó produciéndose una intensa corriente de los campesinos hacia las antiguas concentraciones urbanas y también hacia las nuevas que se fundaron en las costas marítimas y fluviales y en los cruces de los caminos. Este proceso se acelera alrededor del año 1050 en la denominada Alta Edad Media (que históricamente puede considerarse terminada en el 1300, que fue precedida por la Edad Media Temprana (desde la caída del Imperio Romano) y seguida por la Baja Edad Media que se prolonga hasta el siglo XV). Este despertar comercial en la Alta Edad Media tiene relación con lo que se llamó la "revolución agraria" en Europa: los países del norte dieron un giro fundamental en su economía, volcándose en forma notable hacia la producción agrícola; el oeste del continente gozaba desde el año 700 de un clima benigno que también favoreció los cultivos; los adelantos tecnológicos, -muchos de ellos provenientes de la época romana y carolingia, pero desarrollados en la Alta Edad Media,- tales como el arado metálico pesado y la rotación ternaria de los terrenos cultivados para evitar su agotamiento, -provocaron un aumento exponencial de la producción.

Ya mencionamos que algunos de centros poblados habían logrado evadir el vasallaje y mantener su calidad de Ciudades Libres. Otros se rebelaron contra la tiranía de los nobles, los obispos o la autoridad gubernamental y alcanzaron distintos grados de independencia comprando o conquistando su libertad. Las nuevas condiciones acordadas o conquistadas se estampaban en Cartas, verdaderas constituciones que regirían en el futuro todos los aspectos de la vida urbana.

En estas ciudades libres o liberadas se fueron desarrollando suburbios (novus burgus, forisburgus o suburbium), en los que círculos concéntricos de actividad se constituyeron en la fuente de aprovisionamiento diario de los "burgueses": zonas de lechería y horticultura, cerealícolas y vitivinícolas, ganaderas, forestales y comerciales. Especialmente en Inglaterra y los Países Bajos comenzaron a llamarse portus, que siendo al principio localidades separadas de los recintos amurallados (vetus burgus), absorberían lentamente a aquellos y se transformarían en verdaderas ciudades.

El ejemplo de las prósperas comunas contagió a los feudos en general y a las ciudades sometidas a vasallaje en particular: todas quisieron ser libres y tener un gobierno autónomo. En este proceso de emancipación podemos encontrar distintos elementos genéticos: uno, el juramento ("covenant") de los habitantes. Este juramento se distinguía claramente del juramento feudal donde se aceptaba una situación de vasallaje: si bien las comunas no incluían en sus filas a todos los habitantes, -haciendo discriminaciones basadas en la riqueza, el nacimiento o la profesión,- quienes integraban la comuna se reconocían como pares. Todos juraban que se brindarían protección y asistencia mutuas, que lucharían contra el señor feudal y en pro de lograr privilegios o autonomía; el segundo elemento que caracterizó a las comunas fue el deseo de recuperar los derechos de que habían gozado los municipios consulares en la época imperial romana; y tercero, la influencia que tuvo la visión de los reyes que, -adelantándose a un levantamiento,- fueron otorgando autonomías limitadas a las ciudades ubicadas en los terrenos reales.

Estos centros urbanos eran dirigidos por Concejos.19 La integración de estos cuerpos no era libre: lo formaban los notables de la ciudad, ya fueran nobles o burgueses distinguidos. Entre estos últimos figuraban los directivos de cofradías religiosas o de las corporaciones más poderosas, primero las comerciales y luego las profesionales, las guildas. En realidad, los municipios eran verdaderas corporaciones o guildas superiores. Un demostración de la importancia de esta calidad está dada por el hecho de que en Inglaterra la sede del Concejo se conocía como Guild House. En otros lugares recibiría nombres tales como Ayuntamiento, Alcaldía, Casa Consistorial, Casa Común, Casa Municipal u Hotel Urbano.

19 Ayuntamientos, Alcaldías.

Así nacieron los Municipios con un mayor o menos grado de soberanía, en los que los asuntos internos eran dirigidos por un Concejo. En Alemania e Inglaterra, donde el poder real se había mantenido durante la época feudal, surgieron comunas reales. En Francia se dieron ambas formas. En España, paralelamente a la reconquista de los territorios que habían estado en poder de los árabes, los reyes fueron otorgando fueros municipales a través de sus Cartas Pueblas y fueros provinciales en los que hemos creído ver el origen del nacionalismo regional español que se manifiesta hoy con especial violencia. Italia vería como sus municipios consulares se transformaban en verdaderos estados que recién en el siglo XIX lograría unir Víctor Manuel II.

Desde que comenzó a construirse este escenario, las ferias se habían multiplicado permanentemente. Dentro y alrededor de las ciudades se fue creando una estructura de intercambio de productos con las zonas adyacentes. Al principio, en forma temporaria y no siempre en el mismo lugar. Luego en una época determinada del año y en un sitio fijo, extendiéndose por días o semanas. El procedimiento no era original: ya Roma había impuesto este sistema para promover el intercambio con los territorios conquistados. La caída del Imperio provocó tal cataclismo, que en la práctica también las ferias desaparecieron. El comercio se vio reducido al de los alimentos y vestidos básicos. Con Carlomagno y más notablemente en la Alta Edad Media, renacieron estas manifestaciones de auge comercial, especialmente en los cruces de las rutas importantes y en los sitios donde la población realizaba sus fiestas religiosas.

Y en este escenario se destaca el comerciante como protagonista. Tanto el que procedía de la saga de aquellos que aún en la pasada época de crisis habían mantenido su actividad, como aquellos nuevos, que aunque faltos de experiencia, demostraban su habilidad en los negocios. El despertar se produjo con diferencia de pocos años en el norte de Italia, en las orillas del Rin, en la Champaña francesa,20 en el norte de Francia y en los alrededores de Colonia, extendiéndose por toda Europa.

20 Provincia francesa al SE de París, donde nace el Sena y cuya capital es Troyes.

Las ferias que originariamente cumplieron una función local, fueron transformándose en Mercados permanentes donde los comerciantes ofrecían mercaderías provenientes de todo el mundo mediterráneo. El comercio internacional permitía un amplio juego para la oferta y la demanda. Pero el traslado de las mercaderías había creado desde el comienzo del proceso un serio problema de seguridad en las rutas. La solución fue la formación de caravanas protegidas por una fuerza armada que pudiera enfrentarse con los bandidos que ansiaban el botín. Las primeras constancias documentales de estas uniones con propósitos de defensa mutua pueden encontrarse en los Países Bajos21 alrededor del año 1020 y en San Omer, Francia22 fines del siglo XI. Ya se comenzaba a utilizar en Francia la expresión "gilda mercatoria".

21 En la población de Tiel, provincia de Gelderland.
22 Paso de Calais.

Quienes llegaban al centro comercial eran considerados huéspedes protegidos por el poder local, ya fuera éste ejercido por la Comuna, por el Obispo, por el señor feudal o por el rey. El estandarte de cualquiera de estas autoridades se destacaba en el centro de las concentraciones. Es más: cualquiera fuera la forma administrativa de la zona, la feria era regida por normas judiciales específicas reconocidas para ella y aplicadas por la autoridad que la "protegía": el tribunal comunal, el juez eclesiástico, el propio señor feudal o la corte real. En el proceso de autonomía que sufrirían las ciudades, éstas asimilaron los privilegios feriales contribuyendo así al desarrollo de las libertades urbanas.

Paralelamente, los comerciantes locales aplicaron el mismo principio mutual para la protección de sus intereses. Los burgueses propietarios de una casa en la ciudad y/o que poseyesen tierras en los extramuros, intuyeron las ventajas de los estatutos feriales y fueron estableciendo guildas mercantiles locales en cada villa, ciudad o zona de la Europa occidental. Dependerían de ellas tanto los comerciantes como los asalariados ocupados en un ramo comercial específico.23 Su principal propósito sería el de mantener en manos de la burguesía el monopolio del intercambio de determinados productos en su comunidad. Organizaron la competencia entre los comerciantes locales para que no se hiciera ruinosa, limitando el número de éstos. Controlaron las cuotas de importación. Fijaron la retribución a los asalariados. Establecieron precios redituables. Aplicaron el principio del "precio justo" (justo para ellos, por supuesto), que permitiera vivir al productor y no significara una exacción para el comprador, pero también se preocuparon de la honradez en las transacciones y de la calidad de los productos. Por supuesto, influyeron primero en el gobierno local y luego se apoderaron de él para cuidar de sus prebendas. Las guildas de comerciantes se fueron convirtiendo en un cuerpo privilegiado: lo integraban las "familias" de viejos habitantes que tratarían de impedir por todos los medios la intrusión de los nuevos inmigrantes que se acercaban atraídos por las oportunidades urbanas.

23 Para una mejor comprensión de este panorama laboral en el medioevo debemos recordar que a su vez, tanto el dueño de un comercio y sus colaboradores, compañeros y aprendices, formaban a su vez un núcleo autónomo solamente limitado por las normas generales que establecía la guilda.

Ya tenemos aquí pues la primeras y singulares guildas mercantiles locales con cuyo desarrollo se cumpliría la primera parte de un proceso de transformación de los usos y costumbres en la comercialización y control de mercaderías, que habiendo comenzado en el siglo XI, culminaría en el siglo XII y declinaría en el XIV. Variantes asadas en la situación económica o política de las distintas regiones europeas determinaron el grado de autonomía que lograrían.

Para financiar su actividad proteccionista la guilda cobraba una cuota (recordemos la acepción de gild como tributo) de afiliación, acto que implicaba un juramento de respetar los reglamentos de la guilda. El asociado no solamente quedaba habilitado para participar en las transacciones comerciales, sino que, -aun más importante que ello,- adquiría una posición prominente, un "status" en la comunidad.

Su guilda cumplía paralelamente con propósitos de ayuda mutua que ya hemos mencionado: atención en caso de enfermedad, apoyo si se quedaba sin empleo o sus negocios fracasaban accidentalmente, respaldo para sus deudos si moría, defensa si era atacado física o comercialmente, etc.

Con el propósito de cumplir con estos objetivos se fueron estableciendo formas institucionales. La más importante, la de acumular un "fondo mutuo" que respaldase la actividad de la guilda. Esta se regía por reglamentos administrativos para los asuntos regulares y penales para aplicarlos a quienes contravinieran las normas. El juicio del cofrade estaba a cargo de sus pares. Asambleas periódicas establecían las normas, las cambiaban, "iniciaban" a nuevos miembros, elegían a sus "oficiales" (un "Elderman", -el hombre más viejo, el decano,- y dos o cuatro "Vigilantes"). Estas reuniones culminaban con representaciones y banquetes.

Los privilegios se reflejaron en riqueza y ésta en una poderosa influencia en la vida de la ciudad, a tal punto que las leyes eran impuestas por los intereses comerciales de las guildas.

Se había encontrado un objetivo colectivo. Poco a poco, todos intentarían contribuir con su esfuerzo para superar la angustia de la época precedente. La carestía y las epidemias disminuyeron. Campos improductivos se roturaron y se hicieron obras de riego y conservación de agua. El optimismo favoreció la natalidad. Se fundaron nuevas ciudades. El entusiasmo generó un verdadero misticismo que se manifestaría con las Cruzadas. Si bien sus logros militares fueron efímeros, lograron abrir nuevamente el mar Mediterráneo a la navegación. Ejércitos cristianos harían retroceder a los árabes y se apoderarían de Toledo y Valencia.

Así resurgió el comercio internacional. Los puertos europeos de Venecia, Génova, Sicilia, Cerdeña, Córcega, Marsella, Barcelona y nuevos establecimientos en Siria, Egipto y el mar Jónico fueron los centros de una permanente actividad y de una agresiva competencia. Los ríos y nuevas rutas carreteras extendieron la actividad hacia el interior. Quienes se habían convertido en "caballeros" normandos manifestarían su energía conquistando Sicilia. Otros, junto con flamencos y franceses encabezados por Guillermo el Conquistador, impondrían su dominio sobre Inglaterra (1066). Luego abandonarían la guerra para dedicarse al comercio. Dominarían la navegación del norte europeo y contribuirían al futuro auge de los flamencos. Las guildas y hansas alemanas, y las hermandades, caridades y compañías de las regiones latinas se sublimarían en gigantes mercantiles como la Hansa Teutónica.

Pero el éxito y la prosperidad de los integrantes de esta macro organización monopolista no podría eternizarse, debido tanto a los abusos de su poder como a la falta de adaptación a nuevas situaciones. Y como el vacío de poder no existe, las grietas del dominio comercial comenzaron a ser llenadas por un sistema corporativo que había surgido primero tímidamente, poco tiempo después e imitando a las "guildas mercatorias": las guildas de artes y oficios.

VI
LAS GUILDAS DE ARTES Y OFICIOS

Mirado con perspectiva histórica parecería lógico desde todo punto de vista que el ideal mutual y su expresión corporativa se revelaran como verdaderas panaceas para todas las situaciones que se iban desarrollando. En realidad lo sería más para los poseedores de artes y oficios que para los comerciantes anquilosados en su concepción monopolista y aislacionista que provocó la decadencia de su efímero poderío.

El lector no debe sin embargo dejarse convencer por la apariencia de que comercio y artesanía eran dos mundos separados: los artesanos vendían muchas veces directamente su producción y compraban en conjunto con sus colegas las materias primas. Eran pues también comerciantes y su prestigio dentro de la comunidad fue equiparándose al de los "fundadores" de la actividad económica. El artesano y artista eran objeto de un especial respeto.

Contribuyó al desarrollo del trabajo como riqueza una nueva concepción industrial europea. Con la implantación de nuevas técnicas y las exigencias de la sociedad, fue disminuyendo el valor de las mercaderías con las que los comerciantes realizaban sus transacciones, -productos agropecuarios y manufacturas importadas,- y la artesanía fue ganando rápidamente prestigio y conquistando el mercado. La habilidad para fabricar distintos productos que se adaptaran a la demanda se convirtió en el verdadero capital. Esta transición implicó una verdadera lucha entre comerciantes y artesanos, los primeros por mantener sus privilegios y los segundos por conquistar sus derechos. Este enfrentamiento se traduciría en fuertes agitaciones gremiales que caracterizarían el período comprendido entre mediados del siglo XIII y principios del XIV. La llamada "revolución de las guildas" (zunftrevoluzion) tuvo como consecuencia el establecimiento de las llamadas "Constituciones de las Guildas" (zunftverfassungen). Las que denominamos "Guildas de Artes y Oficios", -por considerar este nombre más adecuado que el de "Guildas Artesanales" que utilizan muchos autores,- surgieron poco tiempo después que las guildas comerciales y terminaron por imponerse.

La concepción de estas nuevas agrupaciones corporativas estaba basada en la especialización: los comerciantes habían tratado de establecer un dominio global sobre cada ramo: el del cuero, por ejemplo, había incluido todos los productos, tanto la material prima como lo que se fabricaba con ella. Un comerciante en cueros vendía tanto el cuero en distintas etapas de curtido como zapatos, pantuflas, botas, prendas de vestir, arreos, monturas, etc. El nuevo sistema atomizó a las guildas: cada grupo se dedicó a uno de los procesos necesarios para la fabricación de uno de los productos de un ramo y formaba su entidad por separado. El campo de cada actividad se fue reduciendo pero ganando en profundidad: la guilda comenzó a tener injerencia en todos los aspectos de la vida del artesano, tanto profesional como social. Y es más: este privilegio a la vez que obligación de integrar la guilda no eran válidos solamente para el artesano, sino que también formaban parte de este reducido mundo todos los proveedores de materia prima o servicios vinculados.

Esta política de especialización gremial ganó el corazón de toda la sociedad medieval y comenzó a aplicarse a distintas actividades como las del arte, el entretenimiento, la educación, la religión, etc. Y cuando hablamos de especialización nos sirve de ayuda el conocer el ejemplo de que aún dentro de las actividades religiosas se establecía una división: había guildas de sacerdotes, otra de los encargados del mantenimiento de los altares, una formada por músicos o cantantes litúrgicos, otra de actores participantes en los "misterios",24 etc. Cada uno de los "gegildæ" (miembros de una guilda) pasaba a integrar un micro-universo particular en el que se concentraban sus relaciones sociales, se cuidaba su bienestar y su trabajo, y hasta se regulaba su participación en el culto, permitiéndole formar parte del grupo en las procesiones, misas u otras festividades.

24 Misterio: (Diccionario Larousse) "Drama de asunto religioso: los misterios de la Pasión."

Especial importancia tuvo la fundación o mantenimiento de centros educacionales por parte de las guildas, lo que produjo una positiva corriente de difusión cultural que se traduciría en poco tiempo en un florecimiento de la base intelectual de la sociedad, de las artes y de las ciencias. Dentro de ellas, la arquitectura tomó un impulso formidable que se materializó en la construcción de hospitales para los indigentes, casas para los inválidos y especialmente de catedrales que expresaran su devoción.

Las leyes25 no sólo reconocieron las mencionadas "Constituciones de las guildas" (zunftverfassungen), sino que hicieron obligatoria la afiliación a las corporaciones de todo hombre entrenado ("oficial", que poseía un oficio).

25 A título ilustrativo hemos realizado una traducción libre de algunas disposiciones de los Estatutos de los cortadores de prendas en la ciudad de Stendal, Estado de Brandeburgo, -donde también está Berlín,- promulgada por los margraves Juan y Otto en el año 1231: 1.- Sólo los integrantes del gremio podrán cortar tela; los contraventores pagarán a la guilda tres talentos. 2.- Tres veces al año los Hermanos se reunirán en asamblea, penándose a los infractores. 3.- Un nuevo miembro podrá ingresar si es del oficio, si su padre fue Hermano, si es honesto y si paga seis denarios al Maestro. Pero cualquier ciudadano honesto y digno podrá ingresar, aunque su pago será de un talento a los Hermanos y dará un solidus al Maestro. Un forastero deberá pagar treinta solidi y dieciocho denarios al Maestro. 4.- Sin embargo, durante la Feria Anual aún los que no pertenecen al gremio podrán cortar telas. ... 6.- Si algún Hermano no quiere cumplir con las normas generales quedará fuera de la Guilda. ... 8.- Cada año cambiarán las autoridades (Master and four other good men). ...
("Readings in European History" de León Bernard y Theodore B. Hodges).

Cada Corporación tenía sus trajes característicos, que proclamaban orgullosamente la calidad del agremiado. En Inglaterra estos "uniformes" fueron llamados libreas, lo que explica el nombre de Livery Company con que se singularizaba a los más importantes gremios londinenses.

Debemos extendernos en otra observación que nos permitirá apreciar las verdaderas proporciones de estas instituciones corporativas. La transición de un régimen feudal a aquel en el que el dominio económico estuvo en manos de comerciantes primero y luego de artesanos, se tradujo en la proliferación de nuevos centros poblados. Mientras el resto de los territorios seguía virgen los más recientes asentamientos, al igual que los antiguos, se concentraban a la vera de los caminos más transitados. Pocos kilómetros separaban a unos de otros. Para ubicarnos, digamos que cada una de estas villas eran pequeñas unidades urbanas con una población que oscilaba entre algunas decenas y un millar de habitantes. Y en estas aldeas vivía el noventa por ciento de la población de cada reino. Por lo tanto, cuando estudiamos las guildas debemos recordar que éstas incluían tanto a comerciantes y artesanos pertenecientes a las regiones salpicadas por pequeñas villas, como a aquellos pertenecientes a las poblaciones más importantes, ya fueran aldeas de algunos miles de habitantes como ciudades con poblaciones de decenas de miles. En las primeras, un único zapatero, peletero, sastre, barbero, tabernero, carpintero, panadero, herrero o albañil, -a modo de ejemplo,- bastaba para cubrir las necesidades de la población de una o varias de estas villas vecinas. Posiblemente para conseguir los servicios de un médico, abogado u orfebre, se debería viajar a un centro urbano más importante.

En estos pequeños poblados la preocupación fundamental era la de mantener su producción agropecuaria que proveía a las ciudades. Por lo tanto la conclusión que se desprende es la de que la institución corporativa adquirió su real importancia en las ciudades y pueblos más grandes, mientras que el "status" de los pocos oficiales de las villas era un pálido reflejo de la situación de los "ciudadanos".

Si bien es cierto que el fenómeno de las corporaciones se presentó en toda Europa, en cada una de las nacientes naciones su desarrollo fue distinto.26

26 Una aclaración que si bien resulta obvia crea repetidas confusiones en quienes dan sus primeros pasos en estos estudios: el comerciante o el artesano individual no constituía una guilda, sino que el era la cabeza de su "organización" comercial o industrial. El conjunto de estas "organizaciones" particulares formaban las guildas, que eran la asociación de todos los comerciantes o artesanos independientes pertenecientes a un mismo ramo. Cuando se trataba de un constructor, él, en su lugar de trabajo erigía una logia o taller de campo.

EL APRENDIZAJE

La transmisión de los conocimientos profesionales es tan antigua como la humanidad. Hace más de cuarenta mil años, que en las primeras asociaciones de cazadores y recolectores se impuso la necesidad de enseñar a otros los principios necesarios para cumplir con las tareas que aseguraran la supervivencia del grupo. El cultivo de la tierra impulsó el desarrollo de distintos trabajos artesanales complementarios. El crecimiento demográfico y el desarrollo de las civilizaciones primitivas hicieron necesario el adiestramiento de los más aptos para cada tarea.

Ya en el siglo XVIII A.C. Hammurabi dispuso en su imperio babilónico la obligación para los artesanos de adiestrar a jóvenes que aseguraran el futuro del oficio.

Cuando en la Europa medieval adquirieron importancia las guildas de artes y oficios, el aprendizaje se constituyó en uno de los pilares que sostendrían el sistema.

Tres categorías de miembros integraban las guildas: maestros, compañeros (jornaleros o asalariados) y aprendices. El aprendizaje constituyó un efectivo e innovador sistema de reclutamiento y entrenamiento en los "secretos" del oficio. Lograr que el Maestro de algún oficio aceptara al hijo como aprendiz fue la solución ideal dentro de la sociedad medieval para los padres que buscaban para aquél un medio de ganarse la vida en el futuro. El conocimiento personal era importante, dado que en la práctica el joven debería convivir con su maestro durante muchos años, entre uno y diez según la región.27 Es lógico pues que se hiciera una selección cuidadosa del candidato. El Maestro daba preferencia a sus propios hijos o parientes cercanos, quienes en el futuro podrían continuar al frente del taller. De los demás se exigían buenos antecedentes, carácter adecuado ("de buenas costumbres"), obediencia, no tener defectos físicos y sí fortaleza. El Maestro debería dar al aprendiz alojamiento y alimentación, a veces pagarle un pequeño salario y permitirle concurrir a la escuela, obligándose a su vez a enseñarle el oficio y supervisar su conducta. Se convertía en un verdadero padre adoptivo. El aprendiz era registrado como tal en el Ayuntamiento y sus deberes y derechos se ceñían a normas comunes a todos los gremios.

27 En 1563 se fijó en Inglaterra el plazo de aprendizaje en siete años.

Otra fuente para el reclutamiento de aprendices fueron las familias campesinas: mencionamos en páginas anteriores cómo el cambio de las condiciones económicas hizo más conveniente para el propietario de tierras la conversión de los labradores que las habían cultivado bajo el régimen de vasallaje en asalariados. El sistema servil tuvo su origen en las postrimerías del Imperio romano. El campesino amenazado por desórdenes civiles y ataques de pueblos bárbaros previos a las invasiones, no encontraba en el gobierno central una defensa adecuada. Transfirió entonces la propiedad de sus tierras y se comprometió a trabajarlas para quien pudiera defenderlo, generalmente un terrateniente capaz de contar con una fuerza militar. El vasallaje medieval no fue más que una adaptación de este origen. Al presentarse esta nueva época de auge, el campesino soñaría con la posibilidad de pagar al señor por su libertad e ir a la ciudad para aprovechar su habilidad manual o enviar a su hijo para colocarlo como aprendiz de un oficio.

Los maestros constituían los vértices de un sistema piramidal, en el que ellos, como titulares del taller, poseedores de las herramientas y dueños de la materia prima, recibían toda la ganancia que aportara la comercialización del producto fabricado. Para ello la corporación que integraban pagaba a las autoridades, -señores feudales y obispos primero, luego ayuntamientos,- una franquicia que aseguraba la omnipotencia de cada maestro en su taller.

Transcurrido el período de aprendizaje el joven debía presentar una "obra maestra" que demostrara su habilidad recién adquirida. En la Europa continental se acostumbraba a que el aprendiz, una vez "recibido", hiciera un viaje (tour) por otras regiones para conocer nuevos métodos y "hacerse hombre"28. Vuelto a su terruño, era ya un compañero, un oficial o artista que recibiría un salario similar al de los otros asalariados del taller. Es más: podría aspirar a ganar prestigio como artesano, demostrar su capacidad y transcurridos pocos años instalarse por su cuenta, abriendo su propio taller o estudio y convirtiéndose a su vez en Maestro. Aquellos jornaleros (compañeros) menos ambiciosos o capaces debieron vivir sometidos a la autoridad de los Maestros, que crecía a medida que se ampliaba su clientela, se agregaban nuevos equipos a su taller y se contrataban más obreros. Su riqueza aumentaba, al igual que su influencia sobre la administración pública, con lo que lograban la promulgación de leyes que los favorecieran. Esto se hizo a costa de los obreros lo que dio lugar a enfrentamientos muchas veces sangrientos entre ambos bandos. Este conflicto entre el egoísmo patronal y los deseos del obrero de mejorar su situación puede considerarse sin duda el germen de la situación que provocaría finalmente la caída del régimen corporativo.

28 El "tour" no es una tradición exclusiva de la masonería. Según una leyenda no confirmada documentadamente, la Orden de los Caballeros Templarios llevó operarios cristianos a sus asentamientos en oriente, creando para ellos un estatuto llamado el Santo Deber, en el que se habría establecido el régimen del "Compagnonnage". La Orden fue disuelta en 1312, pero en los albores del siglo XVII se sentaron las bases del "Compagnonnage" francés, que adquirió base legal recién en 1791, destacándose desde entonces su actividad en beneficio de los artesanos. Sus promotores sostienen que es un movimiento sin vinculación formal con la masonería, aunque resulta evidente la identidad de organización de ambas órdenes.

Dentro de esta singular situación histórica se establecerían las guildas de constructores, de los masones operativos, nuestros ancestros, que en lugar de taller o local comercial desarrollaban su actividad en Logias adjuntas a su obra.

Recordemos que en Inglaterra, se usarían indistintamente las palabras guilda y Company para identificar a estas agrupaciones gremiales.


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