A.ˇ.L.ˇ.G.ˇ.D.ˇ.G.ˇ.A.ˇ.D.ˇ.U.ˇ.
S.ˇ.F.ˇ.U.ˇ.
Resp.ˇ.Log.ˇ. Estrella de Salomón #78

 

"Experiencia Única"

 

Desperté aquel día con el pensamiento de que iba a morir para el anochecer. Un día largo, excitante y lleno de tensiones, al igual que una profunda paz. Un día donde mi imaginación estuvo mas acelerada y desbocada que nunca, pues en todo momento trataba de visualizar las sorpresas que viviría al ocaso.

Un día, que a la vista de otros era común y corriente, para mí fue la mas trascendental y prolongada de las meditaciones, durante la cual me preguntaba si mi vida había valido la pena hasta entonces... variedades de respuestas se manifestaron, pero se destacaba el pensamiento de que estaba apto para entrar a la mejor de las sociedades, la Mas.ˇ.

Al caer la tarde y ya cegado por el hambre, vestí aquel traje negro, el que sería el último que usaría en mi vida, metafóricamente hablando. Mientras me lo ponía pensaba profundamente sobre lo que el destino me traía en su mano cerrada y temblorosa, esa mano que siempre lleva empuñada en la espalda, que solo abre para castigar o recompensar.

Abordé el auto de mi padre, quien no paraba de sonreír y expresar su orgullo al saber que me iba a rodear de hombres de bien. Durante el recorrido pensé aún mas sobre lo que me estaba esperando en este antiguo edificio, donde habita la paz y la fraternidad, pensamientos que fueron interrumpidos al llegar al punto de reunión, donde conocí al Sr. Taborda, el Q.ˇ.H.ˇ. que me acompañó durante esa experiencia tan maravillosa que todo hombre tiene la oportunidad de disfrutar solo una vez por vida. Llevando una conversación amena, y viéndonos las caras de intriga e incertidumbre, fuimos abordados por dos señores en traje negro. Dos hombres que con sus rostros serios y bondadosos dieron a entender que no había nada que temer. Abandonamos entonces el punto de reunión. Éramos conducidos al lugar donde cada cual enfrentaría un destino que al abrir su mano sonreiría satisfecho.

Repentinamente me encuentro frente a las puertas del citado edificio, las cuales tuve que atravesar de espaldas, adiviné entonces que a continuación sería vendado, en ese preciso instante sufrí un ligero conato de nerviosismo, afortunadamente fue sofocado de inmediato por aquellas dulces palabras que me fueron susurradas: "No tiene usted nada que temer, pues está entre hombres de bien". Estas palabras resonaron en mi mente me acompañaron a lo largo del recorrido por la edificación, así como dos señores que siempre estuvieron a mi lado, cuidándome el uno con su sola presencia y el otro guiándome con su mano amiga. La serenidad moraba en mi corazón. Fui conducido a una habitación casi inaccesible por su pequeña y estrecha puerta, mi mente fue invadida con el pensamiento de que ese era el cuarto que decidiría mi estadía en el recinto, por eso resolví soportar con firme determinación aquello que vería, y a la vez me sentí feliz, pues por fin lo iba a ver. La puerta fue cerrada y procedí a quitarme la venda que me causaba tanta frustración, me encuentro entonces sentado a la mesa de una cámara estrecha, iluminada por unas pocas velas y con una decoración tan misteriosa como significativa. Mi espíritu se sintió satisfecho y me dispuse entonces a responder las cuatro preguntas mas importantes que me han podido hacer en mi corta vida. Al término de esto tuve que ponerme yo mismo esa incómoda venda, que se interponía entre mis ojos y todo aquello que quería seguir observando.

Salí entonces de aquel cuarto y a continuación se me anunció que moriría. Acepté la noticia con júbilo, al tiempo que me intrigaba el hecho de que estaba siendo despojado de mis vestiduras, por lo menos de algunas pocas.

Al notar que se había llevado mi billetera con otras pertenencias, que estaba desarreglado y calzando una chancla entendí el estado de esclavitud en que vive el hombre. Fui ingresado entonces a un cuarto amplio, donde sentí temperatura agradable y la presencia de mucha gente que me observaba en silencio. Este lugar de seguro era el templo. Una música suave tonificaba mi alma, pero las tres voces que alcancé a diferenciar producían espasmos en mi médula. Fui colocado en un lugar que llamaban "entre columnas", y a medida que me desplazaban por el templo en los "viajes misteriosos", trataba de aprender la ubicación de cada cosa, y me dio la impresión de que cada viaje comenzaba a partir de una de las tres personas que diferenciaba por las voces.

Luego de los tres viajes hice un juramento solemne y escuché hablar de una "piedra bruta", la cual escuché como era arrastrada por el suelo y situada para que yo me sentara a meditar en ella. Al cabo de unos minutos me vistieron en las afueras del templo y me ingresaron de nuevo, en ese instante empezaron a hablar de Luz, la Luz que estaba a punto de recibir y que cambiaría mi estilo de vida para siempre. Sentí como poco a poco era desanudada la venda, hubo un conteo regresivo de tres a uno, y al llegar a uno recibí por fin esa luz intensa y cegadora: La Mas.ˇ.

Continuó la ceremonia con la misma seriedad con que empezó. Mis primeros vistazos al interior del tiempo fueron intensos y aún están impresos en mi mente, pues era tan diferente a como lo había imaginado que me dejaba perplejo y maravillado. Procedieron a darme las primeras enseñanzas, fueron breves, pero claras y explícitas. La tenida concluyó con la hermosa cadena mística y avanzamos entonces al comedor donde nos esperaba el banquete. Pude ver entonces las caras de satisfacción de mis padres, a los cuales mis QQ.ˇ.HH.ˇ. trataron con mucha distinción. Gracias, HH.ˇ. por permitirme caminar entre ustedes.



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