LUMINAR E ILUMINAR A LOS HOMBRES

 

 

 

Recordemos que Iniciación significa el "comienzo" de procesos de acopio paulatino de valores, a través de los tres grados de Aprendiz, Compañero y Maestro Masón. En tal progresiva revelación cada grado y etapa es igualmente importante: en esto consiste la igualdad fundamental entre todos los grados masónicos. Igualdad[1] que debe seguir reinando soberana en la Masonería, a pesar de la necesaria graduación de la etapas de esfuerzo y realización. El Aprendiz que realiza perfectamente su grado será así espiritualmente, el igual del Compañero, y éste el igual del Maestro. Todo grado demanda un aprendizaje o estado incipiente, un estado activo y operativo de compañero, y un estado de perfección o magisterio. Será sabio el H:.M:. si es que concentre todos sus esfuerzos para entender y realizar perfectamente el grado en el que se encuentra, más nunca pretende escalarlos en el menor tiempo.

Desde su inicio, todo H.:M:. se ha comprometido a construir su vida y modelar su carácter con igual o mas intensidad que la dedicada por los maestros constructores de las grandes catedrales. La iniciación es un proceso del hombre sobre sí mismo, continuo y de por vida. Acto posible gracias al ambiente de serenidad en fraternidad con tolerancia de sus H:. M:. que siguen, o han seguido, el mismo camino.

Al recibir, memorizar e interpretar  los símbolos, ceremonias e instrumentos del ritual Masónico, la solemnidad le impregna una experiencia interesante en el proceso de ilustrar la importancia de una vida moral de aprendizaje de ideales. Para tal efecto, usa simbólicamente las herramientas de los antiguos masones cantero-operativos. La iniciación masónica tiene como objetivo luminar[2] a los hombres, a fin de enseñarles a trabajar útilmente, en plena conformidad con las finalidades mismas de su existencia.

En este proceso de iluminar[3] a los hombres libres y de buenas costumbres, en primer lugar demanda que se despojen de todo lo que puede impedirles ver la Luz.

Esto se logra sometiéndolos a ciertas purificaciones, destinadas a eliminar las escorias heterogéneas, causales de la opacidad de aquellas envolturas que sirven como cortezas protectoras del núcleo espiritual humano.

Cuando las mismas se vuelven cristalinas, su perfecta transparencia deja penetrar los rayos de la Luz exterior hasta el centro consciente del iniciado. Todo su ser, entonces, se satura progresivamente, hasta llegar a convertirse en un Iluminado, en el sentido más elevado de la palabra, vale decir un Adepto, transformado ya en un foco Irradiante de Luz. 

La iniciación masónica comporta tres fases consagradas sucesivamente al Descubrimiento o Siembra de la Semilla,  (Aprendiz), a la Asimilación o Germinación y Crecimiento  (Compañero) y a la Propagación de la Luz o Fructificación como resultado de la fusión o unión de dos polaridades (Maestro) que corresponden a la triple misión de los masones, consistente en buscar primero, para poseer después y, finalmente, poder difundir la Luz[4].

Los grados iniciáticos corresponden al triple programa perseguido por la iniciación masónica. Esotéricamente, aportan una solución de las tres cuestiones del enigma de la Esfinge: ¿De dónde venimos? ¿Qué somos? ¿A dónde vamos?., y con ello responden a todo cuanto puede interesar al hombre.

Respecto a los estados transitorios de la iniciación, ellos permiten al iniciado penetrar, más o menos con profundidad, en el esoterismo de cada grado; de aquí resulta un número indefinido de maneras distintas de tomar posesión de los tres grados de Aprendiz, de Compañero y de Maestro. Puede poseerse sólo la forma exterior, la letra y no la comprensión; en Masonería, como en todas partes, hay, bajo este aspecto, muchos llamados y pocos elegidos, ya que solamente a los verdaderos iniciados les está dado aferrar el espíritu íntimo de los grados iniciáticos. No todos llegan, por otra parte, con igual éxito; muy a menudo apenas logran superar la ignorancia esotérica, sin marchar de manera decidida hacia el Conocimiento integral, hacia la Gnosis perfecta. 

Esta última, representada en la Masonería por la letra G de la Estrella Flamígera, se aplica simultáneamente al programa de búsqueda intelectual y de entrenamiento moral de los tres grados de Aprendiz, Compañero y Maestro.

Con el Aprendizaje, busca penetrar el misterio del origen de las cosas; con el Compañerismo, descubre el secreto de la naturaleza del hombre, y revela, con la Maestría, los arcanos del destino futuro de los seres.

Enseña, además, al Aprendiz a potenciar al máximo sus propias fuerzas; muestra al Compañero como captar las fuerzas del medio ambiente y enseña al Maestro a regir soberanamente sobre la naturaleza obediente al cetro de su inteligencia.

No hay que olvidar, en efecto, que la iniciación masónica se remonta al Gran Arte, al Arte Sacerdotal y Real de los Antiguos Iniciados.

 

 

B:.R:.L:.S:. Nº 127 “Libertad Universal”

R:.H:. Oscar Iannacone

V:. de Lima, 11 de agosto de 2005

 


 

[1] Dentro de la Igualdad, se premia el Esfuerzo y glorifica al Trabajo que se inicia con el Trabajo del Pulimento de la Piedra Bruta y continúa con la permanente adquisición de Conocimiento.

[2] El hombre como astro, estrella o lumbrera.

[3] El hombre luminar que alumbre, enciende, irradie, reluzca, destelle o resplandezca

[4] Estos grados corresponden a las mismas tres etapas del proceso evolutivo de la luz de las ideas que viene del razonamiento; a saber: 1) el análisis, 2) la correlación y 3) la deducción o la síntesis. Esta evolución en conciencia comprende, al mismo tiempo, un proceso gradual de integración hasta llegar a la unión con todo.